26.7.11

Me voy


Me alejaré unos días del mundanal ruido. Espero leeros a la vuelta. Que vaya todo bien. Hasta pronto.

24.7.11

El ruego

Cada mañana, cada tarde, cada noche el rey se postra en el suelo y se humilla ante Dios: suplica perdón.

Cada día, cada hora, el rey gobierna pero no puede olvidar; espera el momento de inclinarse y rezar para implorar a Dios, suplicar perdón.

Cada momento, cada respiración, cada brizna de aire representa un dolor. Rogando a Dios que muestre su compasión.

Cada mañana, cada tarde, cada noche el rey se postra en el suelo y se humilla ante Dios. Pero Dios no escucha: no encuentra perdón.

21.7.11

Los suicidas

- Los suicidas le quitan la gracia a mi trabajo. - dijo la Muerte al terminar su jornada.

20.7.11

[23]

El perro no para de ladrar. Yo no puedo dormir. Me duele la tripa. Pierdo el tiempo. Oigo ronquidos por la ventana. El teléfono no funciona. No hace calor, tampoco frío. Los recuerdos no me dejan en paz. Muy tarde. Se oye un tren. Coches. El aire quieto. Mañana otro día. Mucho pánico. Y así, y con otras muchas cosas, la vida pasa.

18.7.11

El típico caso

Fue el típico caso; el sujeto volvió a casa antes de lo previsto y descubrió a su mujer con otro en la bañera. Había salido a una reunión que le tomaría todo el día pero se canceló de improviso. ¿Para qué avisarla? Prefería darle una sorpresa. ¿No es sorprendente? Todo era tan clásico, tan manido, que podría tratarse del guión de un telefilme barato; pero ocurrió en la vida real.

Las cosas sucedieron como siempre. Era un tipo muy normal, muy tranquilo; profesor de instituto, un intelectual que llevaba siempre el periódico debajo del brazo. La gente lo consideraba educado, formal, incluso un poco apocado; lo que se diría un mierda.

Al principio, según sus propias declaraciones, escuchó ruido en el cuarto de baño. El agua corría y había voces: su mujer cantando. Pero luego le llegó un tono mucho menos familiar:

- ¿Por qué no me comes la polla?

- ¿Quieres que te coma la polla? - risas.

Después un: "cierra los ojos" y muchos "mmm...". Más risas.

El tipo esperó con toda la paciencia del mundo, pero ya no era él - o eso es lo que dicen siempre -. Ante el juez dijo que fue como si le abrieran una herida y echasen limón en ella y que se volvió loco. Yo, personalmente, le creo. No sé cómo pudo aguantar escuchando cómo su mujer se llenaba la boca de otro hasta que se abrió la puerta y vio salir al susodicho con una toalla - su toalla - enrollada en la cintura. Él estaba aguardando en la silla junto a la puerta de la cocina y se levantó; lo demás es historia.

Al parecer lo derribó de un cabezazo, le pateó y finalmente le clavó la rodilla para empezar a golpearle la cara. Le sujetó bien fuerte el cuello, estrangulándolo, mientras le daba puñetazos con tanta rabia que terminó por deshacerle los huesos.

- ¡Hijo de puta! - oyó una vecina - ¡Ahora me la vas a comer tú a mí!

La mujer salió desnuda, aún mojada, y trató de detenerle. Ya no parecía un pusilánime e incluso la empujó lejos de allí.

- ¡Aparta, puta! - y ella se desplomó agitando sus carnes morenas. Derribó una mesa y le cayeron encima todos los trastos, se hizo daño.

Pronto la cara del tipo era sólo mancha roja, la misma que empapaba todo el parqué. Se dijo a sí mismo: "hostias, que me lo he cargado"; pero creo que en ese momento no se lo creyó mucho. La furia le volvió rápido y lo sacó a la calle agarrándolo por el pelo, dejando en el suelo un restregón de sangre. Lo empujó a patadas por las escalerillas del vestíbulo y le gritó:

- ¡Ahora te vuelves así a tu puta casa! - pero él ya no pudo oírlo.

No opuso resistencia ante la policía, ¿qué hubiera hecho usted en mi lugar? Preguntó. Y yo conocí la historia un tiempo después. Es como muchas, como las películas cutres. No sé por qué, sin embargo, me apetecía hablar de ella, contarla y abundar en los detalles escabrosos, repugnantes. Tenía esa necesidad. Tal vez porque no me dejan nunca extenderme en ese tipo de cosas; quieren que cuente los hechos de forma que todo pase muy deprisa porque a la gente sólo le importará el título. Ni siquiera podría decir cómo se llama; normalmente doy unas iniciales que no repetiré hoy porque un puñado de letras no significan nada para nadie.

Tampoco podría contestar si me preguntaran qué sucedió después. Sé que debieron juzgarle porque le encerraron acusado de homicidio y violencia de género. Supongo que su mujer ya no lo es.

En el momento en que se lo llevaban esposado uno de mis compañeros le preguntó si se sentía culpable por lo que había hecho y él contestó: "todavía no lo sé".

17.7.11

Impulso

- ¡Héctor!

- Hola...

- ¡Cuánto tiempo! Llevaba mucho sin verte...

- Sí... años.

- Bueno, y qué. ¿Qué tal va todo, bien?

- Bien, gracias.

- Pues muy bien...

- Sí.

- Bueno... no quiero parecer antipática, pero... ¿a qué has venido?

- Me he enterado de que te casas.

- Sí... debería haberte avisado, pero llevábamos tanto tiempo sin hablar...

- No me importa, no te preocupes.

- Y... ¿en qué te puedo ayudar?

- No te cases.

- ¿Qué?

- Por eso he venido. No te cases, no puedes casarte.

- ¿Cómo que no me puedo casar? ¿Por qué no iba a poder?

- Porque eres mía.

- ¿Tuya? ¿Qué me estás diciendo?

- Lo que oyes. Eres mía y lo sabes, ¡no puedes casarte!

- ¿Que soy tuya y lo sé? ¿De qué vas?

- ¡No te engañes a ti misma!

- Mira, esto empieza a molestarme. ¿Cómo quieres que me lo tome?

- Quiero que no te cases.

- Pero, ¿tú de qué vas? ¿Vienes hasta aquí después de todo este tiempo para soltarme eso?

- No te enfades, pero sólo quiero...

- ¿Qué, qué quieres?

- A ti.

- No puedes hacer esto, Héctor.

- Por favor, escúchame. Soy el amor de tu vida y lo sabes, tú misma lo dijiste.

- Eso se acabó, Héctor.

- No, me quieres, siempre me quisiste.

- Tú lo has dicho: te quise.

- Serás infeliz toda tu vida si te casas y lo sabes, ¡déjalo todo y vuelve conmigo!

- ¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer? ¿Quién eres para saber si seré feliz o no?

- Soy el amor de tu vida.

- No me hagas esto, Héctor. Por favor.

- Tienes que escucharme. Los dos sabemos que es así.

- Olvídalo, por favor. Será lo mejor.

- Pero escúchame, tienes que...

- Adiós, Héctor.

- Pero, espera...

- ...

- ...adiós.

11.7.11

Un anciano

(...)

Y en el desmedro de la aciaga vejez

piensa cuán poco gozó los años

en que poseía fuerza, y palabra, y apostura.

Sabe que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.

Y sin embargo el tiempo en que era joven parece

como ayer. Qué breve espacio, qué breve espacio.

Y cavila cómo lo engañó la Prudencia;

y cómo siempre a ella se confió - ¡qué locura! -

la mentirosa que decía: "mañana. Tienes mucho tiempo".

Recuerda los ímpetus que contenta; y cuánta

alegría sacrificada. Cada ocasión perdida

se burla ahora de su necia prudencia.

(...)

Un anciano,
Constantino Cavafis.

10.7.11

El acabóse

- ¿Qué ha sido eso?

- Nada... unos trastos que se me han caído.

- Pero, me ca... ¿los has roto?

- Pues... sí.

- Pero hombre, ¿y cómo los tiras?

- Bueno, ¡ha sido sin querer!

- Pues mira qué broma.

- Total, si no cuestan cuatro duros.

- Si es que no es eso, sino que vaya una gracia... unos universos nuevecitos, hombre, si apenas tenían catorce mil millones de años.

- Sí, mira, para estrenar estaban.

- Bueno, tú es que lo tiras todo enseguida, ¿no?

- Qué le vamos a hacer. Mira, luego me acerco y le digo que cree un par de ellos nuevos, y así de paso variamos un poco.

- A ver si tú lo convences. ¡Que de unos siglos a esta parte tiene un humor de perros!

- Ya verás como sí, no te preocupes. Si en el fondo le encanta ponerse a crear cosas.

Total... ¡son gratis!

9.7.11

El grito en las montañas

Ya era de noche, pero aún había luz. El cielo era de un azul intenso, potente, que llenaba los ojos. Contra él se recortaba la silueta negra de las montañas al pie de las cuales se extendía la pradera.

Una voz llegaba desde las primeras lomas, acompañada por el sonido de unos pasos desesperados y un jadeo entrecortado.

- ¡Ya viene, ya viene! - exclamaba - ¡Viene la bestia! ¡La bestia!

Los pasos se hicieron más apresurados y, si en algún momento parecía que la voz era la de un loco, el ruido de unos gruñidos ansiosos demostró que no. Pronto un bramido ensordecedor vino a tapar los gritos; los aldeanos, que estaban acostumbrados al aullido de los lobos y el berrido de los ciervos, sabía que eso no era de este mundo. Un sonido que parecía venir de las mismas profundidades de los acuíferos ocultos de los cuales, con sus pozos, sacaban el agua con que regaban sus tierras.

- ¡Socorro! - seguía llamando la voz - ¡Va a alcanzarme! ¡Me va a atrapar!

El trajín de un trote que cada vez iba más rápido, que era ya galope, impaciente, anhelante, vino a confirmar esta idea. Pero ya se veían las casas más cercanas, sombras cremosas contra el cielo tan azul, las ventanas encendidas como rasgones luminosos en un papel invisible.

- ¡Ayudadme! - suplicaba - ¡Auxilio!

Y si hubo un sonido capaz de tapar aquellos gritos fue sólo el concierto de cerrojos, pasadores y pestillos al cerrarse. Las persianas enrolladas que se bajaban de golpe, las ventanas de madera golpeando en sus troneras, las trabas gruesas atrancando las portadas de los corralones. Luego, el silencio precedido por las luces que se apagaban apresuradamente como velas que hubiese soplado algún dios de las montañas.

- ¡Abridme! - pedía la voz una última vez - ¡Ayudadme, por amor del Cielo!

El último remanente de sol se escondió por fin tras la serranía y aquel azul poderoso se esfumó para dar paso a un negro vacío. Los vecinos no dijeron nada, fingieron no oír que algo se comía a uno de los suyos en mitad de la pradera; pero el sonido de la carne al romperse y la piel rota agitada por el viento - o un aliento monstruoso - era terriblemente descriptiva.

Al día siguiente el río arrastró un agua roja hasta los caseríos de la llanura. Denunciando el origen de los gritos que resonaron, hasta la madrugada, de pico en pico por toda la comarca de Sierra Morena.

6.7.11

El discurso

Madrid, 25. Agencias.

El presidente del Gobierno afirmó hoy que la legalización del asesinato, la violación y la tortura "fortalece la democracia" e "iguala a los españoles en derechos y garantías civiles".

En declaraciones hechas a Radio Nacional de España, el presidente lamentó que "durante tantos años violadores, sádicos y asesinos hayan tenido que desarrollar sus vidas en condiciones de marginalidad" para después celebrar que se haya puesto fin a "una situación de clara discriminación", según sus palabras.

Sobre los colectivos que han mostrado su rechazo a esta medida en las calles, así como los ciudadanos que han expresado su descontento en las redes sociales, el presidente opinó que se trata de "sectores inmovilistas" que, a su juicio, "dicen no a todo". En palabras del mandatario, "los que se oponen a la legalización del asesinato son los mismos que han visto mal durante tantos años las políticas de reinserción de nuestro sistema penitenciario, que hoy se han visto culminadas con esta nueva normativa", la más avanzada de Europa según la valoración del Gobierno.

Al ser consultado sobre las virtudes y bondades de esta nueva legislación, el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Andalucía ha valorado "que por fin se iguale la situación en las calles con lo escrito en las leyes". Desde el punto de vista de este experto, "la Justicia llevaba años dedicando todo tipo de esfuerzos a la atención y cuidados del criminal: psicólogos, facilidades para el estudio, reinserción laboral y la estancia más cómoda posible en la cárcel". Según la apreciación del profesor, "a nuestro país le sale más barato legalizar directamente los crímenes que tener que gestionar todo eso".

Las asociaciones de víctimas se han mostrado escandalizadas. A las críticas de los familiares de asesinados y las mujeres violadas, el ministro del Interior ha contestado que "llevamos treinta años prestando más atención al asesino que a la víctima, ¿por qué se quejan precisamente ahora?", pregunta a la que él mismo ha respondido que "todo obedece al interés de ciertos sectores políticos y sociales por desprestigiar los logros de este Gobierno".

La oposición, que ha evitado darse por aludida a este respecto, ha calificado la medida como "un avance" pero "insuficiente". "Es preciso", declaró un diputado que prefirió ocultar su nombre, "potenciar las opciones económicas de este nuevo sector con incentivos al hampa como actividad empresarial". En su opinión es "terrible" que el homicidio y el abuso sexual estén "monopolizados" por la mafia, lo cual lo convierte en "una actividad de economía sumergida".

Los criminales, por su parte, se han mostrado efusivos con celebraciones espontáneas en todas las plazas de Madrid, Barcelona y otras ciudades importantes. El secretario general del Sindicato Nacional de Sicarios (SNS) ha dicho que es "un día histórico para los delincuentes" ya que por fin podrán salir "de los rincones más oscuros de la sociedad" para pasear a la luz del día. "Ya éramos prioritarios para el sistema judicial en la práctica", se ha felicitado, "pero resultaba lamentable que la legislación no reflejase esa situación de liderazgo", criticó.

Por su parte, el ministro de Justicia concluyó anunciando una nueva medida estrella para la próxima legislatura que consistirá "en la sustitución de todos los jueces por psicólogos". En un apunte a vuela pluma ha explicado que el juez es "una figura anacrónica" y que, en la práctica, "el psicólogo ya decide quién es culpable y quién inocente de según qué cosas". Supeditó, no obstante, la aplicación de esta medida al resultado de las próximas elecciones.

También evitó contestar a preguntas sobre el posible despido de 70.000 policías, aunque admitió que "con los criminales convertidos en ciudadanos de pleno derecho, habrá que replantear el trabajo de mucha gente".

5.7.11

[21]

Me espera un desierto infinito de dolor y cuando termine el camino no habrá tumba que me pueda sostener.

[20]

Me desperté, puedo asegurar, en algún punto fuera del tiempo y el espacio. Sólo el negro ocupaba el vacío, y mi cabeza llena de nada. Me había perdido tantas veces que no podía asegurar mi dirección o mi posición. ¿Dónde estaba? ¿Cuándo estaba?

Lo primero que recuerdo es verme fuera, en la materia de nuevo. En algún lugar sin hora ni fecha; estaba sentado y fumaba. No había estrellas y sí una luz naranja que iluminaba algunas plantas muertas y un suelo con tierra.

Sólo se escuchaba el zumbido del silencio y un perro que ladraba en algún lugar. Había una tapia, un cielo vacío y paredes sucias con persianas bajadas. ¿Gente durmiendo tras ellas?

Me encontraba mal; mareado de manera tal que no podía ver, levantar la cara y mirar. Me abracé el estómago y me sujeté la frente. Agucé el oído y sentí - reconocí - la voz y los rugidos de la bestia - otra vez -.

Pero en esta ocasión, comprendí, no me hablaba desde las habitaciones y los pasillos profundos; sino desde mi mismo interior. Sus rumores y sus burlas, en la oscuridad, mezclados con los latidos de mi propio corazón.