Esta mañana apareció un águila muerta en la autovía. Se veía perfectamente desde la estación de servicio. Estaba en la incorporación, así que los coches pasaban no muy rápido junto a ella y trataban de esquivarla. Pero había tráfico, de modo que muchos no lograban evitarla y la atropellaban. Era grande. Sus alas tenían la envergadura de unos brazos abiertos.
No sé cómo acabó ahí. Probablemente estaba herida o enferma de antemano y no encontró otro sitio donde dejarse morir. Quizá ya estaba muerta cuando empezaron a aplastarla. A ratos quedaba entre dos carriles y los vehículos no llegaban a alcanzarla, pero a cada pasaba uno demasiado deprisa y la arrastraba consigo. Luego permanecía en la calzada y volvían a pisotearla una y otra vez.
Saltaban plumas por todas partes, y durante un poco aquello parecía una vaga niebla; como si alguien hubiera reventado decenas de almohadas. Blancas, marrones y grises. Subían cuando las empujaba una ráfaga y luego caían blandamente. Al final el águila desapareció, pulverizada por cientos de ruedas. Sólo quedaban salpicaduras de sangre que nadie veía y jirones de plumón en los rincones de la carretera. Pero por un buen puñado de horas estuvo en el asfalto, con los coches traqueteando al pasarle por encima, rompiéndose y aplanándose y soltando nubes de plumas como un surtidor interminable.
No sé cómo acabó ahí. Probablemente estaba herida o enferma de antemano y no encontró otro sitio donde dejarse morir. Quizá ya estaba muerta cuando empezaron a aplastarla. A ratos quedaba entre dos carriles y los vehículos no llegaban a alcanzarla, pero a cada pasaba uno demasiado deprisa y la arrastraba consigo. Luego permanecía en la calzada y volvían a pisotearla una y otra vez.
Saltaban plumas por todas partes, y durante un poco aquello parecía una vaga niebla; como si alguien hubiera reventado decenas de almohadas. Blancas, marrones y grises. Subían cuando las empujaba una ráfaga y luego caían blandamente. Al final el águila desapareció, pulverizada por cientos de ruedas. Sólo quedaban salpicaduras de sangre que nadie veía y jirones de plumón en los rincones de la carretera. Pero por un buen puñado de horas estuvo en el asfalto, con los coches traqueteando al pasarle por encima, rompiéndose y aplanándose y soltando nubes de plumas como un surtidor interminable.
Uf, qué triste, un animal tan bello, como lo son todos, con ese terrible destino... una metáfora de como por muy majestuosos que seamos en vida, nuestro fin al final es el mismo y desapareceremos en miles de plumas barridas por el viento para no ser recordados jamás.
ResponderEliminarUn saludito
Wow... impresionante...
ResponderEliminarUna de las tantas cosas feas que suceden en la carretera... a mí me dan mucha pena los gatos o perros atropellados, los evito aunque ya estén rematados...
ResponderEliminarHoje nas nossas auto-estradas morrem muitas aves pequenas e grandes. A velocidade dos automóveis é grande. Depois vão esmagando sucessivamente até que desaarecer tudo.
ResponderEliminarTambém nós vamos sendo esmagados e esquecidos pela contagem do tempo. Nuvens de penas saídas dos sonhos e dos projectos.
Que buen delirio, me encanto. No podía leer y no imaginarme al pobre pájaro.
ResponderEliminarTe mando un abrazo y te sigo para ver qué tan loca podes poner a mi cabeza con tus ocurrencias...
Beso ♥
Me alegro de que te gustase. Espero que pases por aquí y lo vayas comprobando. ;)
Eliminar¡Besos!
Javier..."El àguila "
ResponderEliminarQue tètrico relato...no me hubiese quedado mirando
hasta que quedara toda desplumada.
¡¡¡ Terrible !!
un beso
No fim uma pessoa sai daqui com parte dela destroçada (por nao poder fazer nada nesses casos)e por o que esse passarinho deve ter sentido. oh
ResponderEliminarCualquiera en su sano juicio sentiría algo así ante esta escena.
EliminarObrigada pelas palavras.
ResponderEliminarDe nada.
EliminarUno de tus mejores posts sin duda. Genial.
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarMuy bonito :)
ResponderEliminarMe he imaginado la situación como algo bello y armónico, como si el movimiento del águila arrastrada por los coches fuese acompasado y perfecto.
ResponderEliminarCuriosidades
ResponderEliminar· Bello, triste... tal vez una metáfora de nuestra existencia.
· Gracias por tu visita u amable comentario
· Saludos
·CR· & ·LMA·
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A mi me asombra, muchas veces lo indiferente que somos frente a los animales.. siguen siendo muertes. Ni hablar de la matanza a granel, cruel y planificada. Siguen siendo vidas, en fin... Ojalá algún dia seamos muchos los defensores de otras vidas.. Abrazo!
ResponderEliminarHe sentido un profundo vacío mientras leía esto, tanto por la belleza de aquel animal que un día voló libre como las palabras con las que se expresaba.
ResponderEliminarPrecioso.
Un saludo fdo:
http://www.ladamadelasvocesrotas.blogspot.com.es/
En el edificio inteligente donde estoy ahora mismo, cuyas paredes son de cristal, se dan auténticos leñazos las gaviotas por la mañana. Son muy muy grandes y bonitas, asombra verlas de cerca, sobre todo asombra escuchar el zumbido que producen en el choque, se quedan tocadas pero mantienen la fuerza para remonatr el vuelo y largarse de allí.
ResponderEliminarLas palomas lo tienen peor, suelen estrellarse y morir cerca de la entrada, en el suelo, formando un pequeñito charco de sangre. Yo creo que nadie se da cuenta.
Si fuera inteligente, este edificio no permitiría eso. Pestañas Gigantes y yo prometimos salvar gaviotas y palomas, nos creímos con fuerza para hacerlo. Yo me sentía con toda la fuerza del mundo cuando estaba a su lado. Ahora, ahora soy yo el que se estrella. Me conformo con remontar el vuelo, sangrando y renqueante.
Me da qué pensar. Las palomas son verdaderas asesinas de gorriones, de modo que, ¿cuál sería la opinión de los gorriones sobre todo esto?
EliminarPD: ¡No te estrelles!
Muy bien escrito, has conseguido que una escena así de macabra sea también algo bello.
ResponderEliminarSaludos.
qué triste ser esa águila, o acaso los coches.
ResponderEliminarun texto muy objetivo y sin embargo, me da ganas de llorar.