3.4.11

Suceso en el río

Hoy se produjo un hecho verdaderamente notable. Hacía muy buen día, sin lluvia por primera vez en varias semanas, y mucha gente aprovechó para andar la vega del río Guadiana a su paso por Alameda de Cervera. Incluso algunas personas se acercaron desde las ciudades cercanas para disfrutar de la mañana.

Dos albañiles habían estado trabajando, precisamente, a la orilla del río, restaurando con cemento un antiguo malecón que servía también como descansadero. En el momento en que todo sucedió se encontraban almorzando, comiendo de sus tarrinas un poco de pasta o ensaladilla rusa y charlando de cualquier tontería. Alrededor la gente paseaba despreocupadamente, disfrutando del siseo de los álamos atravesados por la brisa y del esplendoroso paisaje de verdes trigales salpicados de encinas solitarias.

De repente todos advirtieron con sorpresa que una gran roca se movía en medio del agua. Tenía un color verde limo, como si estuviese plastificada de algas palustres, y pese a su gran tamaño y su maciza consistencia daba la total impresión de flotar y agitarse a ambos lados víctima de la corriente. Uno de los albañiles la señaló y se acercó todo lo que pudo al agua procurando no hundirse donde el barro estaba más tierno.

Fue en ese instante que la multitud curiosa advirtió, no sin gran impacto, que la roca emergía un poco más del caudal y estaba flanqueada por dos inmensos ojos; segundos después se elevó fuera del agua y pudieron comprobar que se abría una gran boca. No se trataba sino de un sapo con el tamaño de un poderoso hipopótamo.

Al ver a esta imposible criatura todos se apartaron sobresaltados, casi de un solo salto, y se quedaron alejados de la orilla con gran suspicacia y vigilando a la criatura. Tan mala suerte tuvo el obrero que se había acercado al agua que, trastabillando en el impracticable barro, tropezó y no logró distanciarse a tiempo de la corriente y el misterioso batracio. Éste clavó en él sus dos ojos amarillos y vidriosos de afiladas pupilas; sin aviso previo abrió su descomunal boca desdentada y lanzó contra el operario una lengua viscosa del tamaño de una gran anaconda, golpeándole con ella en el pecho.

El tipo, aterrorizado, intentó escapar y se alejó de allí con aquel apéndice aún pegado a su cuerpo. Trató de pedir ayuda pero los otros estaban demasiado asustados para aproximarse; entonces sucedió que la lengua, aunque muy elástica, no dio más de sí. Fue ahí que, como una suerte de muelle, el baboso tentáculo volvió a contraerse sobre sí mismo arrastrando al albañil con una velocidad pasmosa hasta la garganta del gran sapo.

Los allí reunidos pudieron observar, horririzados, cómo el anfibio cerró las mandíbulas sobre el desdichado y se lo tragó. Acto seguido se puso en el agua panza arriba, con gesto satisfecho, y agitando sus patas colosales lanzó al cielo un ensordecedor croar que rebotó por toda la llanura. Tal fue la magnitud del sonido que los presentes creyeron ser empujados por él. Empezó a restañar entre árboles y rocas y se escuchó en las ciudades cercanas y sus habitantes creyeron ser asaltados por el eructo extraordinario de algún dios.

Esto es todo lo que podemos contarles pues, aterrorizados, y algo repuestos del susto no obstante, los vecinos empezaron a correr y gritar de un lado para otro hasta que resolvieron llamar a la policía. Sin embargo, cuando los agentes se personaron en el lugar, el sapo misterioso ya se había sumergido y fundido con el agua como una sombra sinuosa; huelga decir que los uniformados no creyeron lo contado por la gente.

Pero a partir este día, de norte a sur a lo largo de aquel río, no habrá nadie de quien conocimos esta historia que no sintamos inquietud al acercarnos a sus aguas recordando el peligro acechante del gran batracio.

5 comentarios:

  1. Creo que ya se donde quiero ir en vacaciones ^^

    Me ha recordado tanto al "Viaje de Chihiro"... ¡Tengo que ir!

    Por cierto, si no la has visto te aconsejo que lo hagas. Es magnífica, al menos para mi.

    Un saludo.

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  2. ¡Qué casualidad! Justo he programado una entrada con una cita de "El Castillo en el Cielo", del mismo director, ¿te suena? Me encantan esas películas.

    Seguro que te gustará la zona. :) Saludos.

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  3. Ohhh no la conozco. "El Viaje de Chihiro" la encontré por casualidad, y se convirtió en mi película de escape ^^ ¡Me apunto "El Castillo en el Cielo"!

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  4. En el fondo no somos más que mosquitos... Besos!!!

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  5. Somos pura escoria cósmica.

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Háblame.