Desde el primer momento se preguntó por qué, mirase donde mirase, sólo veía sufrimiento y muerte. Por qué la gente corría despavorida al verle, por qué suplicaban y gemían desesperados pidiendo por favor que se terminase ya. No entendía el motivo por el que todo era fuego y sangre alrededor.
Desde su primer día aprendió a respirar el aroma de la angustia, a beber y alimentarse con las sal de las lágrimas. Y no quería, quería gritarle a las personas que no temieran, que no iba a pasar nada malo. Quería que todo fuese normal y la tranquilidad era su sueño más irrenunciable, su ilusión más imaginada.
Desde el principio observó todo esto y no le gustó. Reflexionó largamente, preguntándose qué hacía mal y sin hallar nunca una respuesta. Hasta que un día, como una iluminación, el porqué de las cosas le sobrevino inesperadamente. Simplemente pensó en lo que propiamente era: y descubrió que era un arma. Un arma, cuya función es causar sufrimiento, espanto y dolor doquiera que vaya.
Un arma que lleva en sí misma el horror y la muerte y que nunca, en un millón de años, podrá hacer nada que no esté concebido en la oscuridad, el pánico y la tristeza más profunda, sin esperanza.
Desde su primer día aprendió a respirar el aroma de la angustia, a beber y alimentarse con las sal de las lágrimas. Y no quería, quería gritarle a las personas que no temieran, que no iba a pasar nada malo. Quería que todo fuese normal y la tranquilidad era su sueño más irrenunciable, su ilusión más imaginada.
Desde el principio observó todo esto y no le gustó. Reflexionó largamente, preguntándose qué hacía mal y sin hallar nunca una respuesta. Hasta que un día, como una iluminación, el porqué de las cosas le sobrevino inesperadamente. Simplemente pensó en lo que propiamente era: y descubrió que era un arma. Un arma, cuya función es causar sufrimiento, espanto y dolor doquiera que vaya.
Un arma que lleva en sí misma el horror y la muerte y que nunca, en un millón de años, podrá hacer nada que no esté concebido en la oscuridad, el pánico y la tristeza más profunda, sin esperanza.
Esto sí que es no tener escapatoria.
ResponderEliminarNinguna.
ResponderEliminarYo me pensaría muy seriamente el desaparecer sin dejar rastro.
ResponderEliminarSalud.
Me podrán llamar victimista, pero el pesimismo se encuentra aquí, en cada una de tus letras.
ResponderEliminarEs una buena opción, joplin.
ResponderEliminarEs cierto MâKtü[b]
¿Y seguro que era tan malo realmente? Lo dudo. Besos!!!
ResponderEliminarAyer vi "Hancock" y escuché una frase que me gustó: "siempre ves el lado bueno de la gente, incluso cuando no lo tiene". En este mundo hay verdaderos monstruos, ¿por qué piensas que todos son buenos en el fondo? No todo el mundo puede salvarse.
ResponderEliminar¡Besos!
Sí, justamente aquellas que develan a la mujer tal como es, sin edulcorantes que la eximan -como suele pasar-.
ResponderEliminarSaludos
No creo que todo el mundo sea bueno en el fondo, sólo pienso que todos somos capaces tanto de lo mejor como de lo peor, pero también sé que normalmente quien es malvado, no se plantea si ha hecho daño o no lo ha hecho, sino que si lo ha hecho o no, le da igual.
ResponderEliminarNormalmente los mejores son los que no se perdonan a sí mismos cuando cometen un fallo y, en ocasiones, llegan a echarse a la espalda una culpa muy superior a la que la "víctima" pueda pensar que tienen.
Por tanto, si el personaje de tu escrito piensa así, a mí me da a entender que, por lo menos, tiene buen fondo. Y, de hecho, el segundo párrafo de tu entrada lo deja más claro aún, si ha hecho daño, no ha sido porque quisiera hacerlo... Quizás sea que yo doy mucho peso a la voluntariedad de las acciones de la gente... Besos!!!
En lo último que dices está la clave porque, en verdad, no creo que un hombre sea menos malo por sentirse culpable... el arrepentimiento no elimina el daño de la acción.
ResponderEliminarDesde luego, este desacuerdo le ha dado tema a los filósofos desde ni se sabe xD. Así que no supongo que no tiene solución.
¡Besos!
Todos tenemos una parte mala y buena dentro de nosotros. Cuando leí tu relato no sé porque me imaginé a alguien sintiendose mal un día cualquiera, cogiendo un arma y disparando a la gente para apaciguar el dolor, es tal vez una locura mi imaginación, pero me gustó mucho tu relato porque me hizo viajar en mi propia ficción, besos
ResponderEliminarUn arma que camina y respira.
ResponderEliminarUn arma disfrazada.
Terrible.
Y temible.
Saludos.
Mixha, realmente pensaba en algo menos sangriento, sin embargo, en el momento en que alguien lo lee es dueño de lo que ocurra en su imaginación. Me alegro que te gustase y que te inspirase más historia.
ResponderEliminarEl peor arma de todas TORO. Un saludo.
Gracias por vuestra visita.
Un hombre que siente culpabilidad no puede ser mala persona.
ResponderEliminar¿Y todo lo que ha hecho?
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