27.4.13

El mundo del mañana

En el mundo del mañana no habrá libros. Es posible que haya cuentos e historias, pero no libros. Ya no tendré la opción de aislarme entre sus páginas. Ya no podré sostenerlos en mis manos, ni dormir cada noche rodeado por ellos. Quizá no existan ni siquiera novelas, habiendo por ahí tanta buena colección de citas.

En el mundo del mañana nadie tendrá un nombre, sino apenas un @apodo. No se podrá tampoco disfrutar el extraño placer de no saber algo, porque toda información estará disponible. No podremos recordar ni paladear nada en la memoria, ya que cualquier dato de nuestro pasado lo tendremos al alcance de los dedos en el mundo del mañana - ¿o eso era ya hoy? -.

El fútbol también será diferente en ese mundo. Ya no será fragor de gritos y voces en los bares, rodeados de gente; será un acto individual que vivirá cada uno en la soledad de su casa. Y el "¡gol!" dejará de ser ese bramido inmenso que hace temblar al mundo y se convertirá en un trending topic silencioso.

En el mundo del mañana las máquinas programarán a las personas, y no al revés. Nadie tendrá a lo que dedicarse, pero no le daremos importancia. Tampoco habrá nada importante, ni perdurará nada. El mundo del mañana probablemente será un fantástico mundo, lleno de revoluciones y sinergias. Avances que muchos no podemos entender. Nuevas dinámicas, conexiones imposibles. La tranquilidad de que el noventa y nueve por ciento, con autoridad magnánima, te diga qué está bien y qué está mal. Un mundo de progreso.

Sí, el mundo del mañana sin duda será un estupendo lugar. Pero yo no estoy seguro de que vaya a gustarme. Tal vez sea porque no he entendido nada, pero no acaba de convencerme. Quizá me quede en el ayer, a ser posible. Sí, eso es lo que voy a hacer. Buscaré un tren que salga para allá. Entre tanto espero aquí en los andenes del presente: que progresen los otros.