31.10.12

Es mi vida

Una muerte muy lenta, un desierto de añoranza, un extrañarte eternamente es mi vida.

29.10.12

Such a lonely day

Such a lonely day,
and it's mine.

It's a day that I'm glad I survived.

Lonely Day,
SOAD

12.10.12

Las niñas

De las dos niñas la pequeña apenas estaba aprendiendo a balbucear. La mayor ya sabía hablar perfectamente, pero tenía un miedo terrible a la oscuridad. A la noche en general. No pocas veces despertaba a sus padres de madrugada para pedirles que la dejaran dormir con ella, o para suplicar que fuesen a su cuarto a examinar armarios y ventanas en busca de monstruos. Ogros, duendes, brujas, alienígenas o demonios. Cualquier cosa podía estar debajo de la cama.

A sus padres les había costado sangre y sudor conseguir que se durmiera con la luz apagada. Ya era mayor. Y no convenía que la pequeña se acostumbrase a miedos y fábulas ahora que por fin había dejado su cuna y compartía cuarto con su hermana. Al menos eso decían los psicólogos; también opinaban que la mayor había desatado aquel tipo de inquietudes por alguna clase de celo infantil.

Para conseguir que aceptase la oscuridad, su madre había llegado a una especie de pacto consistente en una exploración de rutina. Había que mirar cada rincón antes de cerrar la puerta y apagar las bombillas.

- ¿Hay algo debajo de la cama? - preguntaba la niña.

- No, no hay nada. - respondía su madre después de agacharse, con un suspiro, y comprobar que ningún trasgo andaba al acecho.

El proceso se repetía con cada rincón de la alcoba. "¿Y el armario? ¿Y los cajones? ¿Y debajo de la mesa? ¿Tras las cortinas? ¿En la ventana? ¿En el tejado de enfrente?". Resultaba agotador, pero el psicólogo opinaba que convenía mantener ese sistema e irlo reduciendo paulatinamente hasta que comprendiese que los monstruos sólo habitaban en su imaginación.

La madre sólo encontraba polvo bajo los muebles y la luz de las farolas al otro lado de la ventana. Suponía que cualquier sombra formada por el brillo de la luna podía parecer un monstruo siniestro ante los ojos de un niño.

- No hay nada, cielo. Lo he mirado bien y requetebién. Duérmete, luz de mi vida. - y le daba un beso en la cabeza.

- Gracias, mamá, buenas noches. - la niña cerraba los ojos y se arrebujaba entre las mantas, con su conejito en los brazos y un gesto de inmenso alivio en la cara.

La madre después cerraba la puerta y se apoyaba un segundo, ya sola en el pasillo, para respirar profundamente. No había alivio en ella; más bien decepción. Cada noche, cuando exploraba el cuarto, hubiera deseado encontrar entre las sombras algún ogro que tomase a las niñas, sin hacer ningún ruido, y se las llevase para siempre muy lejos de allí.

3.10.12

El ser

Ten cuidado si te cruzas con él. Es un ser oscuro y peligroso. Muchos lo han estudiado, pero su naturaleza esquiva ha impedido establecer una visión clara de sus características. Sabemos que es una criatura negra y hostil que dispone de innumerables ojos e incontables y afilados aguijones. Los hay de todos los tamaños.

No tenemos claro qué motiva sus ataques. Se cree que prefiere abalanzarse sobre presas solitarias, pero poco más puedo decirte. Probablemente te seguirá por caminos apartados hasta que encuentre un lugar apropiado en la noche profunda. Es extremadamente paciente y te rondará en silencio, sin hacerse notar en absoluto, durante el tiempo que sea necesario. No podrás advertir su presencia hasta el momento fatal; algunos dicen que crece a medida que su oportunidad se va acercando, y que sólo entonces percibes la amenaza terrible que te acecha.

Este ser, sin embargo, no te matará. Te rodeará y te estudiará detenidamente y se moverá más y más rápido hasta que decida clavarte su certero aguijón, con una maniobra tan fugaz que apenas podrás sentirlo. Después se escabullirá y desaparecerá en las tinieblas. Al principio no notarás nada, pero comenzarás a sentirte mal y la infección te atenazará la carne y el alma y se volverá una enfermedad. Quedarás totalmente paralizado y será entonces - sólo entonces - cuando te verás indefenso ante las demás criaturas, que acudirán al olor de la carroña y terminarán contigo mientras aún respiras.

Por todo esto, he de insistirte, debes estar alerta y tener cuidado si te cruzas con él.