29.10.13

¿Cómo no...?

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco esperaría
con las luces encendidas?

Alejandra Pizarnik

21.10.13

La certeza

Salieron de allí en fila, sin hacer ruido ni mirarse unos a otros. Empezaron a alejarse del lugar. Caminaban ligeros bajo el cielo gris; no querían correr, pero apretaban el paso como si andar fuera una tarea incómoda. Sólo se escuchaba el viento. Pareciera que fueran a salir a la carrera en cualquier momento y sólo les contuviera el miedo a notar su propia presencia. Eran jóvenes, pero tenían expresiones fatigadas y sombrías. Querían terminar cuanto antes, eficientes, sin comentarios, aunque se diría que todos deseaban matizar algo, romper la densidad de aquel oxígeno, pero una presión inexplicable les retenía la voz en las gargantas. Al fin, sin embargo, una chica se decidió a hablar.

- Dios no nos perdonará por esto - dijo. - No, jamás nos perdonará.

Nadie respondió, aunque el aire parecía fluir más deprisa después de aquellas palabras, como si hubieran desatado un nudo invisible. Apretaron más el paso, pisando ligero para no hacer ruido, y continuaron en silencio. Pero ella lo siguió repitiendo una y otra vez.

- Dios nunca nos perdonará - insistía. - Nunca.

Los demás no respondieron, aunque todos deseaban que se callara.