8.10.11

La mitad del trabajo

Este cuento participa en la iniciativa Fe propuesta por Ángel Cabrera y Jose Senovilla.


Le habían dicho que tenía que tener fe. Era algo que a él no le cuadraba demasiado. No ya porque no fuera religioso, sino porque no le encontraba lógica. ¿La fe me va a curar el cáncer?, preguntó. Ni siquiera sabes si lo tienes todavía. No, no lo sabía, pero era probable.

Tenían que hacerle un TAC. Entonces se confirmarían sus temores. Los médicos le habían dicho que había que ponerse en la peor opción, aunque le recomendaban que no perdiese la esperanza. A él le parecía un modo de lavarse las manos ante la presumible mala noticia que se acercaba. La tomografía revelaría unos datos terribles y él tendría que irse al infierno. Entonces fue cuando le dijeron que tenía que tener fe; su mujer, su hija, sus hermanos y sus amigos. Todos. ¿Qué iban a decir?

No le gustaba lo de tener fe porque creía que era engañarse a sí mismo. Y creía que ellos le engañaban, ¿fe? Si el cáncer era terminal, ¿la fe iba a fulminarlo? ¿Iba a impedir la fe que las células metastatizaran? Siempre en el peor de los casos, por supuesto. La fe sirve para otras cosas, le decía una y otra vez su mujer. De cualquier manera - opinaban sus hermanos - la actitud siempre influye. Eso lo sabe todo el mundo. Si no tienes fe, si te rindes, le harás al cáncer la mitad del trabajo.

Lo más inteligente lo escuchó en el bar, de boca de Manolo, el camarero. Estaba discutiendo con sus amigos, otra vez debido a su actitud. Estás empeñado en morirte, decía uno. ¿Por qué no te metes ya en el ataúd?, apuntaba otro. Si tan convencido estás de que no hay nada que hacer, no sé por qué vas a molestarte en seguir el tratamiento. ¿Y de qué me va a servir tener fe, esperanza, confianza? ¿Son curas milagrosas? Entonces intervino Manolo: ¿de qué te va a servir? Sencillamente, es lo único que puedes hacer. ¿Eres médico, eres mago? No puedes curarte a ti mismo, y tampoco puedes hacer lo que hacen los cirujanos. Así que si puedes hacer algo, hazlo. Aunque sólo sea eso, aunque sea poca cosa.

No le pareció del todo una tontería. Tener fe, en todo caso, parecía una opción razonable en esa situación. Para él la medicina era siempre una cuestión de fe. No entendía que alguien abriese las entrañas de un hombre y viese algo ahí dentro. Si le preguntaban, decía que le parecía carne de pollo. Para él era sencillamente magia. Y más aún el hecho de poder separar una cosa de la otra, intervenir, saber dónde cortar o qué inyectar. Podía tener la misma postura ante el trabajo de los cirujanos que ante la posibilidad de que le salvase un milagro; para él era lo mismo: inexplicable, místico, mágico. ¿De qué modo podía influir en eso?

Estaba comentando eso en la sala de espera, mientras hablaba con una mujer que aguardaba su turno en oncología. Sesiones de quimioterapia para su hija, que tenía leucemia en un estado medianamente avanzado. ¿Qué podemos hacer, señora? Sólo estamos en manos de Dios, contestaba. Y eso que no era creyente. Pero en todo caso parecía que tenían razón todos con el tema de la fe. El problema no era tener fe, sino que la fe no servía de nada. Pero ella tenía otra forma de verlo.

¿Sabe? Yo sé que sólo podemos tener fe y nada más. Lo único que podemos hacer es confiar en que el tratamiento funcione. ¡Qué impotencia! Ojalá pudiese yo inventar algo que terminase con esta asquerosa enfermedad, pero no es así. Lo único que podemos hacer es confiar, y rezar si es que eso sirve de algo. Y bueno, algunas otras cosas. ¿Sabe? Lo importante es la actitud. Y no me refiero sólo a ir por la vida sonriendo. Para mí, seguir adelante tiene importancia. No quiero que mi hija piense que va a morir. Cuando hablo con ella intento pensar en su futuro, en el día en que vaya a la Universidad, cuando tenga sus propios hijos... ella, a veces, me dice que me calle, que eso nunca ocurrirá. Pero yo quiero creer que va a ocurrir, y por eso vivo intentando que ese bicho asqueroso no le absorva la vida. Fíjese, esta misma semana la he matriculado en el instituto. Segundo de Bachillerato, ¿sabe? Y lo mismo ni puede hacerse el curso, pero matriculada está...

...y en ese momento a la mujer se le escapaba una lágrima y le temblaba la voz. Él iba a decirle algo para consolarla como buenamente pudiera, pero ella sacaba un pañuelo y seguía hablando. ¿Y yo?, decía. Sólo puedo hacer eso, seguir sabiendo que está viva. Y trabajar, trabajar, trabajar. No olvido que con mi dinero es con que se paga este hospital, y con el suyo. A lo mejor un euro o dos, o veinte, nos pertenecen y son para ella. ¿Qué podemos hacer? ¿Quedarnos en casa llorando? No, hay que trabajar, y confiar que ese trabajo sirva para salvarla. Y en que usted no tenga nada! Se lo deseo de corazón.

Estaba pensando en esas cosas un rato después, cuando se hizo la oscuridad dentro del TAC. Le gustaba pensar que él tenía algo que ver en eso, que, después de todo, una parte de aquel misterioso y fascinante anillo era suya. Pero, sin saber por qué, lo que más le gustaba era pensar que con aquella chica lo habrían utilizado también, y que él podía hacer algo - aunque fuese algo ridículo - para que saliese también de aquel agujero. Y para eso tenía que vivir, aunque no supiera cómo.

En aquel momento ya no le importaban tanto sus propios problemas. En aquel momento, tener fe ya no parecía algo tan inútil.

21 comentarios:

  1. Hermoso texto.
    Me he sumado a esta iniciativa de hablar de la fe y me siento honrada de tener algo en común con muchos de vosotros aunque el enfoque de cada uno sea dispar.
    Que sigas bien.

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  2. Muchas gracias. Lo interesante es que cada uno participe a su manera. Leeré lo tuyo.

    Un saludo.

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  3. Demasiado doloroso para mí.
    Malos recuerdos.

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  4. Estupenda entrada.
    Como bien dice Anna, todos nuestros enfoques son diferentes, aunque en el fondo todos tengan algo en común.
    La fe y confianza en las personas.
    Un abrazo

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  5. Lo lamento, TORO.

    Gracias @kepasa29. Me alegro de que te gustase.

    Saludos.

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  6. Esta mañana, bajo un sol espléndido y con acordes de violín, dimos sepultura al hijo menor, joven muy joven, de una persona muy allegada y querida por nuestra familia. Durante casi diez años luchó contra esa innombrable enfermedad que hasta a mí me cuesta citar; se acostumbró a convivir con ella, tenía fe, teníamos todos fe, fe en nada, fe mientras las cosas siguen como si nada pasara, pero sí pasan.

    Gracias a la previsión de los médicos, la vida le regaló dos niños fecundados artificialmente, que ahora han cumplido un año; dos niños como él, igualitos que él, cuenta su madre (la mujer con más coraje que conozco), que nunca perdió la fe, fe en nadie sabe qué. Hoy le dicen, le decimos, que fue un milagro dejar como legado dos preciosos niños; pero el milagro debería haber sido poder disfrutar de ellos y de su familia.

    Yo no sé si tengo fe, me obligo a mí mismo a pensar que este mundo no es una mierda. Me obligo, porque soy muy disciplinado y porque me creo que mucha gente espera de mí que lo crea y que les ayude, quizá esté en un error y mejor fuera que me ayudara a mí mismo. No sé cuánto durará mi fe en nada. Sólo sé que ahora mismo he de dejar de llorar porque mañana me espera otro micromundo, en otro lugar, con otras personas, que merecen al menos una media sonrisa, la misma que yo deseo encontrar cada día.

    Necesito desahogarme de tantas cosas que no sé por dónde empezar. Un buen comienzo podría ser olvidar.

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  7. Me ha recordado una historia real que les pasó a un amigo y a su hijo.
    El hijo (18 años) padecía leucemia y el padre nunca perdió la Fe en encontrar un remedio, fue el hijo el que llegado el momento le dijo que no siguiera padeciendo y que tuviera otro tipo de Fe, Fe en que iría a un lugar mejor.
    Pasó hace ya unos cuantos años, la pérdida del hijo no se supera pero se rehace la vida.
    Saludos.

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  8. Me dejas helado con esto que me cuentas.

    En estos casos no se puede decir nada. Realmente mi cuento no pretende servir como consejo, sólo transmitir la forma en que yo intento enfrentar (o creo que estaría bien enfrentar) las situaciones sobre las que no tengo ningún control. Tener fe en los que pueden ayudarte y, sobre todo, trabajar para que tu fe ayude a conseguirlo en algún aspecto. Cuando esto falla, no sé cómo hay que reaccionar.

    Lo último que dices, sobre las medias sonrisas, me parece una buena forma de enfocarlo.

    Siento tu pérdida.

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  9. La verdad Jon es que cuando escribí el cuento estaba pensando en que terminaría bien, pero esa historia también tiene su parte de relación con la fe.

    Saludos.

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  10. Que triste Javier,a mi me cuesta soportar estas historias, las vivo,y las siento y lo paso fatal.Está muy bien contada,tan bien que se me han encharcado los ojos.Espero no tener que estar en una situación límite que ponga a prueba mi fe,creo que no la perdería nunca pero no se sabe .Saludos Javier y gracias por tu visita.

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  11. Buenas noches..

    Sigo teniendo fe en la personas, y este mundo es maravilloso.. gracias por ser parte de el...

    Besotes

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  12. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde pero sin la fe de qué nos sirve la esperanza.

    Un abrazo

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  13. Ten en cuenta que es sólo un cuento Cris. Gracias, me alegro de que te parezca bien relatado.

    Me alegro de que sea así Balovega, un beso.

    Así es Javier. Hay que confiar en lo que no puedes controlar pero puede salvarte.

    Un abrazo.

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  14. javier. Gracias por visitarme.Tu relato es muy interesante.Si pienso que hay que ser obtimista y tener fé, ante las adversidades de la vida, pero no siempre es facil..

    Saludos..

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  15. Te acabo de añadir a la lista, no he visto el artículo hasta hoy al repasar mis feeds.

    Un abrazo y gracias por participar.

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  16. Gracias a ti Juolina. Por supuesto es difícil, pero la teoría está ahí, lo duro es aplicarla.

    Gracias Senovilla. Es admirable la atención que pones para no dejarte nada en el tintero. :)

    Un abrazo.

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  17. Un texto duro, porque todos conocemos a alguien que ha pasado por esto e inevitablemente se te vienen a la cabeza todos esos recuerdo. Hoy en día nos cuesta tener fé, pero como se puede comprobar en la cantidad de gente que se ha unido a esta convocatoria no todo esa perdido. Un saludo, MªAngeles.

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  18. Un texto muy duro como la vida misma. Pero lo más importante es agarrarse con uñas y dientes a la vida, claro, cuando la cabeza aun está en situación de decidir.
    ""la actitud siempre influye. Eso lo sabe todo el mundo. Si no tienes fe, si te rindes, le harás al cáncer la mitad del trabajo". Estoy contigo, es muy importante estar positivos dentro de lo negativo de las enfermedades, o de cualquier otra situación.
    Gracias por compartir tu cuento.
    Saludos

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  19. Muchas gracias por leerme.

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  20. Me resulta curioso leer algo tuyo con un tinte quizás "optimista" sobre un tema que a mí me "duele", aunque está claro que para el enfermo ésta es la mejor forma de afrontarlo. Siempre he dicho que el cáncer es una enfermedad que, una vez curada, es más fácil de superar para el enfermo que para los que le rodean... Besos!!

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  21. Es tal la impotencia frente a esta enfermedad que someterse al tratamiento es cuestión de fe... los médicos te curarán o no, pero tú no puedes influir en eso así que es como creer en Dios. No tienes más margen de maniobra.

    Ahora bien, el día que me pase a mí no sé cómo reaccionaré.

    ¡Besos!

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