19.1.11

Un pacto desesperado

Los venusianos nos tenían atrapados en la bodega. Un ascensor era la única vía de acceso al sector inferior, desembocando en un estrecho corredor al fondo del cual, justo donde doblaba la esquina, varias decenas de hombres se apostaban armados con sus fusiles láser.

Cada cierto rato el montacargas se abría y aparecían los venusianos con sus muchos tentáculos y sus cabellos verdes; como una anémona gigante y enloquecida agitaban los brazos lanzando salvas de plasma pero sin lograr, en la mayoría de los casos, acabar con demasiados hombres. Nuestra posición era perfecta para la defensa; como espartanos en el paso de las Termópilas resistíamos, sin retroceder un paso. Pero sabíamos que tarde o temprano la munición se acabaría y los alienígenas podrían entrar, y entonces nos comerían a todos.

Así las cosas el capitán logró arrastrarse hasta el interfono, el cual activó con la intención de parlamentar.

- ¡Eh, venusianos! - dijo, abriendo la comunicación a toda la nave. - Tenemos algo que ofreceros.

- ¿Qué podéis ofrecernos? - contestó al poco uno de los suyos, que hablaba nuestro idioma. - ¡En algún momento os quedaréis sin munición, y entonces os cogeremos!

El capitán suspiró.

- Lo sabemos. Por eso queremos negociar.

- ¿Negociar? ¿Qué podéis exigir? Somos superiores en número y tenemos más armas. Estamos arriba y vosotros abajo. ¡No tenéis nada que hacer!

- ¡De acuerdo! - el capitán contestó irritado - Pero hasta que eso ocurra, ¿cuántos de los vuestros morirán? Ya hemos matado a dos decenas. Bajad más, si queréis. Tenemos munición suficiente para matar a un centenar. ¿Es eso lo que queréis?

- ¿Qué otra salida nos queda? - admitió el venusiano - Tenemos que comeros, ¡es nuestra razón de ser!

- Hay otra salida: hagamos un pacto.

- ¿Qué pacto es ése?

- No nos comáis del todo. Queremos vivir. Entrad en la bodega; no opondremos resistencia, si nos prometéis que sólo nos comeréis por partes, y que nos dejaréis vivir.

- ¿Por partes?

- Lo suficiente para saciaros y lo bastante poco para que vivamos.

- ¿Y no os defenderéis ni mataréis a más de los nuestros?

- No - aseguró el capitán - Conocemos nuestra situación: no tenemos otra opción.

El alienígena tardó unos minutos en contestar y debió pensar que ellos tampoco, porque respondió escuetamente:

- Trato hecho.

- ¿Aceptáis? ¿Cómo podemos asegurarnos que cumpliréis?

- ¡Te damos nuestra palabra de Venus!

Los hombres lanzaron sus armas al suelo; nos pusimos en fila en el pasillo de la bodega. Los venusianos, que lo vieron por el circuito de cámaras, bajaron en masa al sector inferior.

Finalmente cumplieron su palabra: ninguno de los nuestros murió. Todos volvimos a casa, pero mutilados. A cambio de conservar nuestras vidas, los extraterrestres se saciaron con la carne de nuestros cuerpos.

Durante una hora aquello fue una orgía de mutilaciones y mordiscos. Entre un zumbido insoportable de gritos, llantos y alaridos de dolor extremo se succionaban piernas, brazos, se arrancaban miembros que saltaban por todas partes empapándolo todo con la sangre y las múltiples bocas sorbían y masticaban, sin descanso, en honor de su hambre.

4 comentarios:

  1. Mmmmm, me gusta la idea, pero la verdad es que no me convence cómo la has contado. No sé, la veo muy "clasicota", poco original. Una primera persona mientras mastican la pierna de alguien, tal vez le habría dado más gracia (desde mi ignorancia literaria). Pero la idea es genial, como ya he dicho ^^

    Me caen bien los aliens, son buena gente (porque mira que lo tienen fácil para traicionar a los humanos xD )

    Sigue escribiendo así de bien, Saludos.

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  2. Gracias por la crítica, la verdad es que me quise centrar en el pacto y descuidé un poco el estilo. Espero que el final sea lo bastante bizarro. :/

    ¡Los aliens son totalmente honorables, desde luego!

    Un saludo. :)

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  3. Original cuanto menos XD Estoy convencida de que en el caso contrario, los humanos sí que habrían traicionado a los venusianos... Besos!!

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  4. Depende qué hombres... si fuesen japoneses, seguro que cumplirían. ¡Son honor en estado puro!

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Háblame.