El profesor se hubiera fijado en la espléndida puesta de sol que se mostraba al otro lado del amplio ventanal, tiñendo de naranja el cielo, si no hubiera estado absorto en el estudio de todos aquellos documentos que empapelaban su mesa.
Comprobaba páginas, revisaba fotografías, tomaba buena nota de todo y de vez en cuando se frotaba bajo las gafas los ojos cansados, aburrido pero concentrado. La luz iba languideciendo alrededor y de repente, ¡bum! Algo había golpeado la ventana.
Impactado, el viejo profesor se levantó arrastrando la pesada silla y franqueó las extensas cristaleras hasta la puerta de madera que daba a los jardines. ¡No podía ser! Qué lastima... que uno de aquellos preciosos ánades reales que por allí solían acudir se hubiese golpeado contra el cristal, quizá, creyendo abierta la ventana. Pero, ¿podía ser?
Parecía que otro pato había estado persiguiendo al siniestrado. Ambos habían golpeado el vidrio, pero sólo uno había sobrevivido.
Alucinado, el profesor observó cómo el superviviente examinó durante unos minutos el cuerpo sin vida de su compañero. Intentó en cierto modo estimularlo, sin obtener - obviamente - ninguna respuesta. Después de esto comenzó, sin pensarlo un segundo, a fornicar con el cadáver de su difunto amigo.
Comprobaba páginas, revisaba fotografías, tomaba buena nota de todo y de vez en cuando se frotaba bajo las gafas los ojos cansados, aburrido pero concentrado. La luz iba languideciendo alrededor y de repente, ¡bum! Algo había golpeado la ventana.
Impactado, el viejo profesor se levantó arrastrando la pesada silla y franqueó las extensas cristaleras hasta la puerta de madera que daba a los jardines. ¡No podía ser! Qué lastima... que uno de aquellos preciosos ánades reales que por allí solían acudir se hubiese golpeado contra el cristal, quizá, creyendo abierta la ventana. Pero, ¿podía ser?
Parecía que otro pato había estado persiguiendo al siniestrado. Ambos habían golpeado el vidrio, pero sólo uno había sobrevivido.
Alucinado, el profesor observó cómo el superviviente examinó durante unos minutos el cuerpo sin vida de su compañero. Intentó en cierto modo estimularlo, sin obtener - obviamente - ninguna respuesta. Después de esto comenzó, sin pensarlo un segundo, a fornicar con el cadáver de su difunto amigo.
Lo siento, pero la primera frase que me ha venido a la mente ha sido "en la guerra, cualquier agujero es trinchera" XD
ResponderEliminarMi madre siempre ha dicho que los patos son tontos (de joven vivía en el típico pueblo y tuvo al menos uno), pero quizás éste fuera incluso listo XD Besos!!!
xDD no sé cómo serán, pero al parecer tienen esta curiosa costumbre... xD
ResponderEliminarbsts