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21.2.21

Cancelar la empatía

La multitud quiere cancelar a Sia por dirigir un musical donde Maddie Ziegler, quien no es autista, interpreta a un personaje autista. Unos piden que la película se retire de los Globos de Oro y se anule su emisión de forma definitiva y otros lo extienden a que Sia como personaje público sea enterrada en el olvido.

Da igual que Maddie, que de hecho es un genio, lo haga bien o mal. No importa que Sia haya pedido perdón a sus perseguidores, que haya borrado su Twitter o cuánto se haya esforzado en el pasado por ser vista como un buen miembro de tan improbable iglesia. No se puede escapar al tentáculo de la cancelación.

Quiero abundar en la representación, el detonante de este linchamiento y de muchos que hubo antes. Una actriz que no es autista no puede interpretar a un personaje autista. Un principio que se aplica a cualquier grupo humano. Sucede también con otras artes, con la literatura. No puedes escribir un personaje homosexual si tú eres heterosexual, por ejemplo. Aunque en la interpretación es significativo porque actuar consiste precisamente en ser algo que no se es.

El valor al que apuntan es la empatía. Es cierto: alguien no autista no puede visualizar el mundo como lo haría un autista. Un hombre, por mucho que abstraiga su mente, no puede percibir la realidad como una mujer y viceversa. Pero el ser humano puede hacerse la pregunta: ¿qué siente el otro? Y aunque no logres mimetizarte con el prójimo, puedes aproximarte lo máximo posible a sus emociones, a su interior, y compartir su sufrimiento.

La cultura de la cancelación no entiende este acercamiento. No concibe que alguien intente, incluso desee, ponerse en la piel de otro. Rechaza que una persona use su imaginación para viajar al universo ajeno. Tal cosa debe evitarse y, si sucede, arrepentirse y pedir perdón. En suma, cancelar la empatía.

William Faulkner decía que el corazón humano en conflicto consigo mismo es lo único sobre lo que vale la pena escribir, algo que no comparte esta nueva ideología del odio. Para ellos no hay un "corazón humano" sino un corazón blanco, afroamericano, autista, neuronormativo, homosexual o cisgénero. Cada uno a solas en el centro de su propio mundo aislado e impermeable.

11.1.21

Cumpleaños mudos

Los cumpleaños solo existen por el significado que les damos y el papel que juegan en nuestra existencia. Un cumpleaños solo lo es si sabemos que lo es, o si lo saben los demás. Si alguien ignora el día que nació, por ejemplo - lo que debía ser habitual en tiempos antiguos - pasará su cumpleaños como una jornada normal y no habrá significado nada. Se irá a dormir sin saber que hace exactamente equis años estaba saliendo de entre las piernas de su madre.

Hace un par de años yo trabajaba de camarero en una ciudad donde no conocía a nadie. Cuando llegó el día, decidí no contarle a los compañeros que era mi cumpleaños. Precisamente por esto pasó como una jornada más, tanto que al cabo de unas horas yo mismo no me acordaba. Hasta que al cerrar, mi compañera vio una notificación en Facebook y me felicitó. Durante unos minutos la fecha dejó de ser un simple número y se convirtió en "mi cumpleaños".

Pero un cumpleaños siempre tiene una mínima relevancia simplemente porque sucede. Si en nuestro interior sabemos que una fecha es el aniversario de alguien, deja de ser una fecha ordinaria. Yo tuve que plantearme si le contaba o no a los compañeros que era el mío, y el hecho de que aquel día conllevase una decisión lo vuelve significativo, ya que un día regular no supone reflexión alguna. Pero hasta el último momento, cuando Facebook me delató, solo era mi cumpleaños para mí mismo, ya que los demás no sabían nada.

Seguro que habéis vivido esta situación en que realmente no tiene sentido seguir felicitando a alguien, normalmente a tu ex, pero ninguno de los dos quiere ser "el borde" que da el primer paso y deja de acordarse. Yo me vi en esta tesitura con alguien durante un par de años hasta que en una ocasión se me pasó enviarle un mensaje. Mi vida había tomado un rumbo tan distinto que esa fecha perdió su significado. El cumpleaños dejó de serlo desde mi punto de vista.

Es muy distinto cuando recuerdas bien un cumpleaños y "no quieres" o no puedes felicitarlo. Una vez me enamoré muchísimo de alguien con quien la historia terminó muy mal. Cuando llegó el día de su cumpleaños tenía que pelearme conmigo mismo para no agarrar el teléfono y felicitarla. Era una fecha muy señalada pero no quería o no debía escribirle.

La cosa va más allá cuando tú eres el único que sabe que es el cumpleaños de una persona importante para ti. Por ejemplo, es el cumpleaños de tu ex pero vives en otra ciudad, tienes otros amigos y todo tu entorno ignora que cumple años hoy, o quizá ni saben que existe o han oído de ella solo lo que tú les has contado. Nadie te pregunta: "¿has felicitado a Fulanita?" 

Es justo al contrario que aquella vez en que yo fui el borde que dejó de felicitar por descuido, pues entonces era su cumpleaños para ella y los suyos, pero se trataba de una fecha irrelevante para mí. En este caso, en cambio, tú sabes que está siendo el cumpleaños de alguien, pero todos en tu entorno inmediato lo ignoran. Es un cumpleaños silencioso, mudo.

En estas ocasiones el cumpleaños ajeno puede tener una connotación dolorosa porque se convierte en un pálpito del pasado y reabre una vieja herida. Te da una visión de todo lo que has perdido, no solo a la persona especial con la que ya no hay contacto, sino todo cuanto la rodeaba, todo lo que te conectaba a ella. El mundo compartido en que habitabais ya no existe, se ha ido para siempre. Y en el mundo nuevo su cumpleaños no significa nada, es una fecha anodina.

En estos momentos te sientes un poco alien, un bicho raro en un universo ajeno. Como la vez en que tomando algo con colegas suena una canción que te encanta y que un día fue muy famosa, pero ahora eres el único de todos que la conoce. Es como si acabases de llegar de otro planeta.

Te acompaña una sensación de impotencia porque no puedes felicitar a alguien importante que salió de tu vida. Tampoco puedes contárselo a los demás o, más específicamente, si se lo cuentas les dará igual porque esa persona y la historia que tuviste con ella no han jugado un papel para ellos, no ha sido una trama en su argumento. En días así hay que respirar hondo y afrontar el olvido.

Un cumpleaños mudo puede ser cualquier día. Quizá el amor de mi vida cumpla años hoy. O quizá no. No hay diferencia.

Por si acaso, y aunque se pierda en el vacío, felicidades.

5.4.18

Sauron da más miedo que Cthulhu

O Tolkien da más miedo que Lovecraft, pese a que éste crease un universo de terror del que nació todo un subgénero. Su obra se basa en la premisa de que el ser humano habita una negrura cósmica que esconde horrores más allá de su entendimiento. La idea en sí es muy buena, pero creo que la ejecución podría mejorarse.

El terror de Lovecraft es muy plástico. Es demasiado informativo si lo comparamos con el de Stephen King, por ejemplo, que se basa precisamente en lo que no sabes. El horror cósmico en teoría bebe de lo desconocido, pero Lovecraft siempre arroja luz sobre aquellos espantos supuestamente indiscernibles.

Leí en un foro que el problema con Lovecraft es que su literatura no se había pensado para ser representada visualmente, algo que en la red es continuo, ya que juega con la imposibilidad y la aberración. No es mala teoría, pero lo cierto es que el terror de Lovecraft ya era terrenal antes de internet. La llamada de Cthulhu, por ejemplo, contiene una descripción detallada del principal dios lovecraftiano, tirando por tierra la idea de que sus horrores no encajan en el mundo material.

Las abominaciones de Lovecraft son, después de todo, monstruos con tentáculos. De mayor o mayor tamaño o con más o menos bocas babeantes, pero al fin algo tan clásico como monstruos devoradores de hombres en lugar de las abominaciones no eucledianas que, en teoría, deberían ser.


Aunque no era su campo, sin embargo, hay algo de terror cósmico en la obra de Tolkien. Creo que Sauron - y antes que él, Melkor - son dos buenos ejemplos narrativos de lo que yo imaginaría como el antagonista de una novela de este género. Sauron aporta una oscuridad y una inquietud que Cthulhu no consigue.

Las entidades de Tolkien son también terrenales, pues quieren arrasar el mundo y establecer un régimen de tinieblas de forma más o menos humana. Pero el británico dotó a sus personajes de naturalezas complejas. Sauron tiene una dimensión mundana que es representada por los orcos, encarnación de la violencia y la brutalidad. Del otro lado, no obstante, Sauron es también lo desconocido. Es lo de fuera, lo que no podemos ver. Habita en un plano a la que el ser humano no puede llegar y cuya espantosa extensión apenas logra intuir.

Los reyes caídos bajo el embrujo de Sauron, los naz-gûl, representan el único y espeluznante vínculo entre la abominación y lo humano, entre la oscuridad impenetrable y el mundo conocido. Son la mejor muestra de que el horror de Sauron y Melkor tiene un poder corruptor. La capacidad transformadora del terror es uno de los recursos más perturbadores del género, y de los menos explorados. En Lovecraft se vislumbra a través de los diferentes cultos y sociedades secretas, pero en mi opinión está mucho más desarrollado en la Tierra Media.

Por el poder de Sauron los reyes pasaron a ser espíritus de pesadilla. De los elfos, sin que entendamos cómo, Melkor produjo a los orcos. La tierra fértil se degradó hasta convertirse en la devastación de Mordor. Sauron atrapa a quienes le siguen en una autodestructiva fascinación. Puede alargar sus vidas de forma grotesca hasta arrastrarlos a un mundo de oscuridad como le ocurrió a Gollum, o conducirlos a la locura y la condenación como a Isildur.

Uno de los mejores ejemplos del horror según Tolkien está en el pasaje donde el Rey Brujo amenaza a Eowyn en El retorno del Rey:

No es tu vida lo que arriesgas perder si te atreves a desafiarme; a ti no te mataré: te llevaré conmigo muy lejos, a las casas de los lamentos, más allá de todas las tinieblas, y te devorarán la carne, y te desnudarán la mente, expuesta a la mirada del Ojo sin Párpado.

Lo maravilloso de esta cita no es lo que dice, sino lo que no dice. ¿Qué son las casas de los lamentos? ¿Qué hay más allá de todas las tinieblas? ¿Qué quiere decir con que le desnudarán el alma, con que la expondrán?

Una lista de preguntas que podemos ampliar cuanto queramos; al final y al cabo, ¿quién es Saron? ¿Qué es? De él solo tenemos nociones. El ojo sin párpado. La extraña forma en que el Anillo pesa cada vez más a quien lo lleva. La sensación de ser vigilado, que atormenta a Frodo. La sombra que le queda dentro para siempre. El modo en que su contacto corrompió hasta la aberración a Sméagol.

Sin pretenderlo, Tolkien dibujó un universo de tinieblas como los que fascinaban a Lovecraft. Pero Sauron no es un enorme monstruo que se limita a abrir la boca para devorar a sus víctimas. En el discurso del Rey Brujo se halla lo más revelador: "te llevaré conmigo muy lejos". Es un mal de otra realidad. Sauron es un horror que nos sobrepasa, que no tiene forma. Es el terror puro, lo desconocido. Sauron puede desnudarte el alma.

21.12.11

¿Cómo vivir sin cobrar?

Como habréis imaginado por el título de la entrada, vamos a comentar el tema de Lucía Etxebarría. O mejor dicho, aprovecharemos su andanada para ver qué opinamos de la piratería relativa a libros - puesto que este blog es sobre todo literario, nos centraremos en cómo afecta a aquellos -.

Lucía Etxebarría ha anunciado que no publicará más libros puesto que las ventas del último han sido menos numerosas que las descargas ilegales. Cosa que a mí me parece lógica, aunque creo que la escritora ha hecho una estupidez. Si yo hubiese estado en su lugar, simplemente habría dejado de publicar sin dar más explicaciones - tampoco creo que nadie se las hubiese pedido nunca -.

Al proclamarlo sólo ha conseguido una cosa - no sé si lo que pretendía - y es que le lluevan todo tipo de insultos, improperios y ataques personales. Gente que seguramente no ha abierto un libro en su vida, personas que no leen ni el Marca pero por supuesto saben muy bien quién es Lucía Etxebarría, aunque sólo les suene el nombre - dudando un poco si es de actriz, cantante o famosilla de la tele - o ni eso. Pero internet es así, ya sabéis. Si se habla de física cuántica, pues soy físico. ¿Que hablan de Corea del Norte? Pues soy experto en dicho país, aunque no sepa ni dónde está. Y por supuesto que si hablan de escritores soy el que más lee de toda la red, eso que quede claro. Aunque el último libro que abriera fuera el que me cayó en los exámenes del instituto.

Por supuesto que cosas como la SGAE y sus políticas no me gustan nada, creo que el siglo XXI tiene que traer otras formas de edición que otorguen más poder al autor. Pero nunca he entendido la filosofía de la gratuidad absoluta. Una persona que escribe por afición - como yo - necesita un sustento con que cubrir sus necesidades - como cualquier hijo de vecino -. Esto significa que sólo podrás escribir en las horas que te deje tu trabajo, esto es, un par de horas antes de acostarte o antes de ir al curro, o los fines de semana.

Stephen King dice que para ser escritor hay que leer cuatro horas al día y escribir cuatro horas al día. Lo que es, básicamente, una jornada laboral. Un escritor tiene que echarle muchas, muchas horas a sus libros. Además, en según qué casos, quizá tenga que viajar, visitar museos, comprar material para documentarse, etc. Eso cuesta dinero. Pero sobre todo tiene que comer, pagar un alquiler, vestir y alimentar a sus hijos, etc.

¿Cómo vivir sin cobrar? ¿Cómo vivir de gratis? Es un tema que he tratado muchas veces con bastante gente, en el mundo real y aquí en la red. Cuando aparece la inevitable pregunta siempre ocurre lo mismo; sobre todo en internet, los partidarios de la piratería y la gratuidad empiezan a hablar de "otros modelos de negocio", "vías inexploradas", "si experimentasen un poco no tendríamos este problema", "existen otras formas de hacer dinero con el arte que no se han planteado...".

Entonces es cuando tú, en tu ignorancia, les pides que te expliquen claramente de qué vías hablan, cuáles son esos modelos, en qué consisten esas formas milagrosas de hacer dinero sin cobrar por el libro (o disco, o lo que sea). En el caso de los músicos está claro: los conciertos. Pero en este blog hablamos de literatura. ¿Cómo puede vivir un escritor o sostenerse una editorial sin vender libros? Es llegados a este punto cuando se ponen a hablar de "coyunturas", "contextos" o te saltan con alguna resolución judicial de algún país de Europa del norte o con algún enlace en inglés que han encontrado por la Wikipedia. Pues no. No me vale.

Yo pido desde aquí a todo el que me lea - y esté a favor de la "cultura libre" y de la gratuidad - que por favor utilice el formulario de comentarios para explicarnos, de forma clara y sencilla, cómo puede vivir un escritor si no recibe ningún dinero a cambio de lo que escribe. No pido enlaces raros, ni citas de no sé quién, ni coyunturas ni sintaxis. Quiero un "pues mira, tú haces esto y ganas dinero de tal manera". A ver si lo conseguís.

1.12.11

Desapariciones inexplicables

En mi vida ha habido pocas amistades que no hayan acabado con una decepción, una puñalada trapera o un alejamiento intencionado. En los mejores casos terminaron con un distanciamento natural y sin acritud. De cualquier forma siempre tenían en común el poder explicarse con alguna razón.

A veces ocurre que una persona se acerca a ti con algún tipo de interés y, cuando este interés desaparece o es satisfecho, se aleja. En otras ocasiones eres tú el que se comporta como un capullo. O aparece un factor externo: le caes mal a su novio, a sus amigos... Y finalmente están los distanciamentos humanamente comprensibles: que le haya salido un curro en Pernambuco, que trabaje quince horas al día, que se case...

Pero luego está ese tipo de personas que desaparecen sin ningún motivo. Que se alejan de ti y abandonan tu existencia de forma inexplicable, como si se hubiesen volatilizado. No me refiero a esta gente que deja de saludarte de un día para otro, sino a amigos a los que no ves a menudo y debes ejercer un pequeño esfuerzo por mantener la relación. De repente compruebas que eres tú el único que hace dicho esfuerzo y que no obtienes respuesta alguna. Llamas y nunca te devuelven las llamadas, o mandas mensajes que jamás son contestados. Hasta que un buen día te encojes de hombros, desistes y se acabó.

Este tipo de desapariciones me enervan especialmente porque no les encuentro explicación. Busco en mi memoria alguna posible ofensa que haya podido hacer; si recordase haberme comportado como un imbécil o haber fallado a la persona en cuestión lo comprendería. Pero cuando no es así me choco contra la duda y el misterio. No hallo una solución al enigma. No hay de por medio terceras personas que metan cizaña, ni sé de cambios drásticos de residencia - o me pregunto, de haberlos habido, ¿por qué no me lo dijo cuando aún teníamos contacto? -.

A veces hago conjeturas; podría ser, por ejemplo, que hubiese un novio celoso y yo no me hubiese enterado. O que cualquier insignificante detalle de mi comportamiento haya ofendido a esa persona. O que se haya muerto - teoría que procuro rechazar de inmediato - o tenido un grave problema del que yo no sé nada.

Finalmente, no obstante, dejo de cavilar y resuelvo que no hay explicación alguna. Que no hay razón que aclare por qué esa persona ha desaparecido. Esto me irrita y me desconcierta; frente a los que te clavan un cuchillo a traición o los que se esfuman porque ya tienen de ti lo que querían, la inexplicable vaporización de buenas personas que fueron amigos leales se me antoja un misterio inquietante y perturbador. En los primeros casos, aunque la razón sea repugnante, al menos hay una razón. En el que nos ocupa, en cambio, nos enfrentamos a lo desconocido, a lo incomprensible, a un porqué triste y sin respuesta.

8.11.11

Diferencias

La diferencia radica en el tiempo que toma para llegar; algunos - por circunstancias de la vida - disfrutan algunos años más de la ilusión mentirosa de la infancia - a esto se llama felicidad -. Otros alcanzan antes lo que se conoce como madurez: desilusión, desencanto, desesperación. Pero nos espera a todos.

3.11.11

¿Los hombres dominan la Tierra?


Desde el principio de los tiempos los seres humanos hemos dado por hecho que somos la cúspide de la pirámide evolutiva, el producto último de la creación. Ya en el Génesis se dice que Dios creó al hombre para que gobierne "sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra". Aunque esta suerte de mandato divino se perdió con la Revolución francesa, la Ilustración trajo la idea de que el hombre era el centro de todo, principio y fin de todas las cosas.

Si bien es cierto que estamos en lo más alto de la cadena alimenticia, ¿qué baremo seguimos para dar por hecho de forma tan sumamente interiorizada que somos la parte central del mosaico evolutivo? Hay varios elementos que podríamos tener en cuenta para sentar esta afirmación: somos la única especie que ha desarrollado lenguaje hablado pero, ¿es suficiente?

Si tomamos como referencia el número de seres humanos sobre la Tierra y su peso en los ecosistemas, tal vez nos estemos equivocando. Miremos a nuestros pies: a las hormigas. Hace diez años se descubrió un hormiguero en el sur de Europa que abarca desde el norte de Italia hasta las costas atlánticas de España y Portugal, pasando por Francia. Una supercolonia con más de treinta y tres hormigueros gigantes que engloba un total de mil millones de individuos - aproximadamente -.

Los científicos no se ponen de acuerdo sobre el número de hormigas en el mundo; las cifras estimadas oscilan entre los mil billones y los diez mil billones. Los biólogos creen que estos insectos representan entre el 15 y el 25 % de la biomasa terrestre. En cualquier caso son infinitamente más numerosas que los seres humanos, y Tokio o Nueva York parecerían villorrios ante la población de cualquier supercolonia.

Una característica humana a tener en cuenta sobre la supremacía - o no - del hombre sobre los seres vivos es su capacidad para modificar el entorno. Lo que sí parece indiscutible es que la humana es la especie que más ha influido en los ecosistemas, en tanto en cuanto los destruye o reconfigura, suprime bosques, lleva agua a regiones áridas, es capaz de vivir en los lugares más fríos o más calurosos y provoca o evita la extinción de otras formas de vida.

No obstante, las hormigas son posiblemente la especie que más cerca está de medirse con el hombre en gestión de recursos, adaptabilidad y modificación del entorno. Las hormigas también son capaces de hacer desaparecer selvas enteras - la marabunta - o crear edificaciones - los hormigueros son auténticas obras de arquitectura -. Recordemos que pueden generar sus propios alimentos - mediante la miel o el cultivo de hongos, entre otros - además de dar a sus colonias un diseño inteligente - protegiéndolas, por ejemplo, de la lluvia - y adaptar el terreno a sus necesidades - mediante la creación de "carreteras" o "puentes" muy rudimentarios -. Pero, sobre todo, su organización social las conduce al éxito.


Las hormigas melíferas


Las hormigas no tienen problemas sociales. Cada una acepta su posición, el concepto "individuo" no existe para ellas. No se plantean su ser ni su lugar en este mundo; las obreras no hacen huelga, nadie se opone a la reina. El bien común es para ellas lo natural; mientras el ser humano tiende al egoísmo las hormigas sólo conciben las necesidades de la colonia y nunca reparan en las propias. Cuando se produce un exceso de población con la consiguiente hambruna, por ejemplo, se declara una guerra; el enfrentamiento entre hormigueros provoca la muerte de muchos individuos - haciendo que los supervivientes tengan más alimento a repartir - y los cadáveres sirven como comida o argamasa. Una idea que a los seres humanos resultaría simplemente grotesca, pero que está naturalizada por las hormigas y que les permite prosperar, extenderse y vivir en relativa paz. El progreso no existe para ellas porque sólo les importan sus funciones biológicas: alimentarse, reproducirse y ampliar el hormiguero indefinidamente.

Esta organización social les permite alcanzar el éxito de forma eficiente. Ellas son productivas en cosas que normalmente consideramos monopolio humano. Pueden dedicarse a formas básicas de agricultura - cultivadoras de hongos -, producción de alimentos - hormigas melíferas - o ganadería - pastoreo deliberado de orugas y pulgones -. Todo esto no lo han obtenido, como los hombres, en un afán de superación y persecución del progreso, sino por una natural tendencia a la productividad, la eficiencia y los resultados prácticos dentro de la cual cada individuo acepta su posición y su destino. Los beneficios de esta forma de producción de alimento o protección de la colonia no se ven en ningún caso perjudicados por intereses personales, familiares o "nacionales" - nunca hay rebeliones en un hormiguero, ni golpes de Estado, ni protestas ni huelgas ni corrupción de ningún tipo -. ¿Por qué su sistema es peor o menos avanzado que el nuestro? ¿Porque no van en coche? ¿Porque no ven la tele?

En definitiva, creo que es muy relativo el dominio del hombre sobre las demás criaturas. Esto sólo puede afirmarse desde un punto de vista cerradamente humano. Desde luego nuestra especie es hegemónica si consideramos que la supremacía se define por la capacidad de modificar entornos o desarrollar nuevas tecnologías; en estos aspectos las hormigas no han avanzado nada en millones de años. Pero si definimos el éxito en base a la prosperidad biológica y reproductiva o el tamaño y amplitud de la población, las hormigas serían sin lugar a duda las dueñas del mundo.

Lo que yo me pregunto es, si una cultura alienígena radicalmente distinta a nosotros visitara la Tierra, ¿daría por hecho que nosotros somos los que manejamos el cotarro? ¿En qué especie se fijarían antes, en los seres humanos o en las hormigas? Solemos suponer que lo primero que harían los alienígenas sería abducir personas, nunca nos los imaginamos recogiendo insectos. Pero si buscasen a la especie más prolífica, productiva y eficiente es probable que fijasen sus ojos en los hormigueros antes que en ciudades como Manhattan.

Las fotografías son de Wikimedia Commons y de Flagstaffotos.

7.6.11

Twitteratura

Hace años que leo blogs literarios. También hace tiempo que estoy registrado en Twitter. Fue ahí donde descubrí un concepto que ahora goza de bastante popularidad: la "twitteratura". Esto es, literatura creada y difundida a través de esta red social; lo que también podría llamarse chat-literatura.

De vez en cuando compruebo - a veces con pena - que uno de los blogs que sigo reduce su ritmo de publicaciones incluso hasta desaparecer. Tardé tiempo en darme cuenta de que, a menudo, este descenso de actividad está relacionado con Twitter.

De lo que os hablo es del hecho de que mucha gente - muchos potenciales escritores - están trasladando su actividad literaria del papel a Twitter. Las cosas son como son, y Twitter requiere tiempo. Se puede utilizar como algo secundario o se le pueden dedicar todas las energías. Si se quiere mantener de forma constante, cuidando conservar cada seguidor, atender cada mención, participar en las numerosísimas conversaciones y todo lo demás es posible que haya que quitar tiempo a otras actividades - como escribir, por ejemplo -.

Algunos parecen haber dado prioridad a Twitter sobre sus relatos o poemas. A mí personalmente me parece un error si lo que quieres es escribir. En una ocasión, dentro de la red social, asistí a un debate sobre el tema. La discusión giraba en torno a la pregunta: ¿es posible la literatura en Twitter?

Una de las personas decía que no y se basaba en la fugacidad de la red social. Un verso escrito en Twitter será leído unas cuantas veces para desaparecer en pocos minutos. Eso es exactamente lo que yo pienso, pero su interlocutora le contestaba que Twitter es perfectamente válido ya que reúne características parecidas a las de la juglaría o la rapsodia ancestral griega. Es decir, en tiempos antiguos, la poesía era una actividad oral. Nunca se escribía: se recitaba; era, por tanto, fugaz y no por ello dejaba de ser literatura.

Creo que eso es una comparación errónea. El problema de Twitter no es la fugacidad sino la motivación, el porqué. Los rapsodas griegos se sentaban dentro de un círculo de gente que estaba allí para escucharles, igual que pasaba con los trovadores en la Edad Media. Por otra parte existía una tradición; esto es, los poemas se pasaban de unos a otros y se recordaban durante generaciones, no se olvidaban al instante de ser oídos. No había escritura pero sí permanencia en el tiempo. Y sobre todo era el centro del acto social: "vayamos al ágora a escuchar la rapsodia".

En Twitter no ocurre así. La gente no se reúne en torno a un poetuitero para leer su poesía. El poeta está ahí entre el que habla del Gobierno, el que anuncia el nuevo juguete de Apple, el que comenta el partido del Barça y el que cuenta que se va de cañas con la chica que le gusta.
Tampoco hay un conjunto social; los que siguen al poeta probablemente no se siguen entre sí y no hay, por tanto, una actividad de grupo como la que había con los trovadores o los rapsodas. Por otro lado está el factor de permanencia. No existe tradición dado que los versos no se transmiten; nadie se los recita a otro ni se crea una obra permanente - escrita o no -.

En mi opinión, Twitter sólo podría compararse con un tipo que se pusiese a recitar poesía a voces en medio de una plaza y nunca con un rapsoda en el centro de un grupo de gente. Si hay un tipo de poeta real que pueda compararse con los poetuiteros es el típico que imprime sus poemas en casa y los reparte gratis en la boca del Metro porque no encuentra editor.

¿Cuál es el problema de todo esto? En primer lugar, una clara reducción de la calidad al devaluarse el hecho de escribir. Si crear literatura no requiere esfuerzo, sino que cualquiera puede hacerlo en treinta segundos con ciento cuarenta caracteres, cualquier chorrada es poesía. A menudo vemos cómo se consideran líricos simples juegos de palabras. Cosas como "ruégame con tu sudor" (por "riégame") o "te quiero, del verbo hacer el amor" son consideradas genialidades por legiones de usuarios.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de la gente que usa Twitter no lee - así como ocurre en la sociedad misma -; por lo tanto es fácil pasar por buena literatura lo que no lo es tanto. Ocurre lo mismo con todo. Si no estoy acostumbrado a ver fútbol, un mal partido puede parecerme un partidazo. Si no estoy habituado a leer, cualquier verso mediocre me parecería digno de Bécquer.

Lo que me preocupa más es el daño que se hace a los buenos escritores. Hay personas que tienen verdadero talento, algunas incluso dignas de ser publicadas, que actualmente no se dedican a escribir porque Twitter les mantiene demasiado ocupados.

Recuerdo un blog que seguía con interés y que pasó aproximadamente diez meses sin actualizar. Cuando por fin apareció una entrada ésta hablaba de - ¿lo adivináis? - la literatura en Twitter. Me llevé una desagradable sorpresa. Parece que ya nada puede tener valor si no lo criba el filtro de esta red social; sea el periodismo - los periodistas ya no buscan fuentes sino que se remiten directamente a los tweets de las celebridades - o incluso la literatura.

Es significativo comprobar el desfase que suele haber entre un perfil "literario" de Twitter y un blog, sobre todo cuando van unidos. A menudo me cruzo con poetuiteros que tienen diez mil o treinta mil seguidores; cuando entro a su bitácora compruebo que ninguna entrada tiene más de dos comentarios. Esto no significa que los comentarios sean signo de una mejor o peor literatura, por supuesto. Pero sí son un indicador del hecho de ser leído.

La lírica está bien vista en Twitter - o lo que la gente entiende por "lírica" -. Es una red basada en texto - no en imagen - y por tanto triunfa el que es intelectual. No obstante, como dije, una cosa es el personaje creado en el chat y otra la literatura en sí misma. Esto es, quizá a nuestros seguidores les guste leer y reproducir algún "verso" que podamos publicar porque les parezca interesante, ingenioso o crean que va a darles una imagen culta. Pero es probable que no entiendan o no encuentren atractivo un texto de setecientas palabras narrando una historia si nunca han abierto un libro.

Stephen King dice: "quien quiera ser escritor debe escribir cuatro horas al día y leer cuatro horas al día". Quizá no todos podamos hacerlo, o no en un principio, pero está claro que el camino es ese. Crear un relato breve puede tomar horas; más si se trata de una novela corta o una gran obra. Un vistazo rápido a Twitter puede ocupar el mismo tiempo, ¿qué espacio queda entonces a la creación literaria? Se trata sencillamente de una cuestión de prioridades y hay que elegir, y qué duda cabe que muchos parecen preferir el chat.

La exactitud de mi teoría la he confirmado al comprobar que ocurre justo lo contrario en los blogs "libres de Twitter". Esto es, blogs cuyos autores no tienen Twitter - o al menos no lo tienen enlazado en la bitácora - o que bien lo usan pero no lo convierten en el centro de su vida en internet. En estos casos observo que las publicaciones se mantienen con regularidad - o sujetas simplemente al nivel de inspiración creativa - y cuya calidad, como es lógico, mejoran visiblemente con el tiempo.

Parece que estoy criticando a los que utilizan Twitter. Esto sería estúpido pues yo mismo estoy registrado en esta red. Me gusta: me entero de noticias, conozco gente interesante, música y páginas nuevas o me llegan ideas que no descubriría de otro modo. Incluso - lo admito - pasé una buena época en la que gastaba muchísimo tiempo ahí.
Me suele ocurrir, la novedad me absorbe durante una temporada. Me pasa también con los músicos - no dejaba de escuchar a José González cuando me lo descubrió Phonon -. Por suerte pasó para mí el factor "novedad" y ahora utilizo la red de una forma racional. A todos no les ocurre lo mismo.

Con ello quiero decir que debemos ser prudentes con Twitter. Es cierto que esta red está influyendo mucho más que cualquier otra y está condicionando la comunicación, el periodismo e incluso la política. No muchos se dan cuenta de que la literatura no está libre de tal impacto.

No quiero decir que tengamos que dejar de usar Twitter. Con esta reflexión sólo pretendo, en realidad, compartir con vosotros estas inquietudes que llevan tiempo dándome qué pensar. También, si fuera posible, recomendar a aquellos que estén empezando que sepan distinguir una cosa de la otra.

No es lo mismo tener seguidores que lectores y no es igual el cuadro de diálogo de Twitter que una página en blanco. No es lo mismo un tweet de ciento cuarenta caracteres que un microrrelato de la misma extensión. En definitiva, ninguna red social podrá, en ninguna de sus formas, sustituir a la literatura. No verdadera ni pura, literatura simplemente.

19.5.11

Preguntas

¿Es verdad lo que dicen, que ha estallado una revolución? La gente de mi edad siempre dijo que la política "le aburría" o "no le interesaba", ¿debo creerme que esas mismas personas van a cambiar España? ¿Puede una persona leerse la Constitución el mismo día que va a cambiar el sistema y conseguir que eso funcione? ¿Puede un país que consideró "Sé lo que hicísteis" paradigma de la crítica social hacer una revolución? ¿Es legítimo hablar de opresión y censura mientras se critica al Gobierno desde un carísimo ordenador portátil o un smartphone? ¿Está permitido tener dudas o vamos a empezar a considerarlo contrarrevolucionario?

¿La revolución ha explotado en Italia o sólo son muchos mensajes en una red social? ¿Los revolucionarios están luchando por nuestros derechos o sólo quieren presumir ante sus colegas de haber estado allí? ¿Cuál es la diferencia entre ser gobernado por un Parlamento de trescientos cincuenta diputados a ser dirigidos por una Asamblea de varios miles de personas? ¿Si no estoy de acuerdo con las propuestas de los revolucionarios soy contrarrevolucionario? ¿Pueden funcionar en el siglo XXI unas ideas de los años 60?

¿Debo fiarme de unos revolucionarios que consideran su corpus ideológico una película de la Warner? ¿Es tan válido ver V de Vendetta para hacer la revolución como leer a Sartre, Zola o Descartes? ¿Los españoles que ahora se aman unos a otros y están creando un país maravilloso no son los mismos que se insultaron entre ellos durante horas después del último Clásico? ¿Ninguno de quienes acampan a estas horas en Barcelona estaban entre los que destrozaron la ciudad cuando el Barça ganó el triplete? ¿Son los mismos españoles que te tildaban de progre o de facha cuando no pensabas como ellos, o son otros? Y si son otros, aquellos entonces, ¿dónde están? ¿Se han volatilizado?

Si todo el mundo tiene tan avanzadas, democráticas y civilizadas ideas, ¿por qué Telecinco es líder de audiencia en España? ¿Por qué llaman a Belén Esteban "princesa del pueblo" y dicen que "es auténtica"? ¿Por qué hablar insultando se considera "decir verdades"? ¿Por qué mola enlatarse en una discoteca durante cinco horas cada fin de semana? Estos españoles revolucionarios, ¿son los mismos con los que nos poníamos ciegos de alcohol cada sábado cuando éramos adolescentes? ¿Son los mismos que veían Gran Hermano? ¿Estoy diciendo estupideces?

Si estás en contra de la energía nuclear, ¿estás a favor entonces del petróleo? ¿Se puede estar contra todo sin tener nuevas opciones? ¿Es fiable que gente que ha ignorado la política y a los políticos durante veinte años diga ahora que tiene alternativas y que va a cambiar las cosas? Si los indignados fuesen diputados, ¿estarían actuando de forma diferente? ¿Queremos una Constitución que empiece hablando de "ciudadanos y ciudadanas"? ¿No es el siglo XXI demasiado estúpido como para crear nuevos Estados? ¿Vamos a arriesgarnos?

¿Me estoy equivocando sólo por dudar de todo esto? Si la revolución es española, ¿por qué se llama "Spanish revolution"? ¿No debería ser "the" Spanish revolution y no "la" Spanish revolution, ya que nos ponemos? Una sociedad que tiene entre sus referentes intelectuales a Enrique Dans, Ricardo Galli y Rosa María Artal, ¿de verdad va a cambiar el mundo? ¿Alguno de los manifestantes ha leído un solo libro de José Luis Sampedro? ¿Los medios hablan de la revolución o de lo que en Twitter se dice de la revolución? ¿Twitter habla de las manifestaciones o las manifestaciones responden a Twitter? ¿Cuánta de la gente que dice en Twitter que no tiene miedo está en la calle y no en la tranquilidad de su casa? ¿Ganará el Barça la Champions? ¿Iré al Infierno sólo por hacer estas preguntas?

27.4.11

La reencarnación y sus consecuencias

Hace tiempo leí en una encuesta que muchos españoles, a pesar de declararse cristianos, creen en la reencarnación. Esto es una estupidez en sí mismo pues la base del cristianismo es la Resurrección y la metempsicosis es totalmente incompatible con ella.

Daría para comentar mucho sobre la ignorancia general pero no es en lo que me quiero centrar. Realmente mucha gente cree - o dice creer - en la reencarnación. De hecho, cuando comento el tema con mis conocidos, es la opción más habitual.

Pocos afirman creer en la Resurrección en el sentido cristiano del término - es decir, la vida eterna -. Casi ninguno cree en el Cielo o el Infierno y la mayoría se resisten a pensar que después de la muerte no hay absolutamente nada - aunque es la alternativa más lógica -. Por supuesto no estoy hablando de datos científicos sino sólo de lo que he observado en mis conversaciones personales.

Me parece que la gente no tiene muy claro lo que supone creer en la reencarnación. Reencarnarse puede ser muy bonito si después de la muerte te toca renacer en la familia imperial japonesa o como hijo de algún jeque árabe podrido de petrodólares. Pero, ¿qué ocurre si te vas a reencarnar en la piel de un sudanés de Darfur? O mejor, de un norcoreano. ¿Qué pasa si apareces de repente en Somalia y te mueres de hambre, o las milicias te cortan las manos, o violan a tu esposa y a tus hijas?

Imaginemos más tiempo en el futuro. ¿Qué pasa si dentro de cien años una dictadura orwelliana gobierna el mundo a base de aberraciones? Y tú vas y te reencarnas, como un idiota. Más allá, mil años. Las máquinas dominan la tierra y nos cultivan, trocean y filetean a su antojo con mecánica y quirúrgica impiedad. Prefiero no pensar que pueda vivir ese tipo de horrores que - seguro - azotarán a la humanidad en años venideros.

Tal vez la mayoría de la gente elegiría no creer en esa ruleta rusa universal, ese abominable juego de azar existencial que es la reencarnación si se plantease un poco todo lo que conlleva.

9.4.11

Machos y hembras, por especies

Hasta hace muy poco tiempo a la mujer correspondía la tarea de mantener la casa limpia y ocuparse de los niños, todo ello mientras el marido pasaba el día trabajando fuera. Desde un punto de vista animal, la hembra guarda la madriguera mientras el macho sale a buscar comida.

¿Qué ocurre si comparamos a los hombres con otras especies de mamíferos? Entre los leones, por ejemplo, se da el caso contrario. Las hembras son las que pasan todo el día cazando para sustento de la manada. La diferencia está en que los machos no se ocupan de la limpieza ni del cuidado de las crías. Prefieren mantenerse ociosos.

Tampoco hay que tomar a los leones como modelo de nada, ni a los hombres. Los lobos, por ejemplo, guardan diferencias con ambos. Entre estos caninos el trabajo de la caza se reparte igualitariamente, actuando en grupo machos y hembras a la hora de conseguir comida. En cierto modo - y si lo miramos a través de un prisma humano - los lobos han desarrollado un equilibrado sistema de igualdad sexual. Algunos ejemplares de lobo también prefieren la vida solitaria.

Así pues, ¿qué es lo natural y qué lo antinatural? Está claro que la humanidad tiende a rechazar la reclusión de la mujer. ¿Podrían denunciar las leonas la obligación de la caza? Es curioso que lo que a una especie le falta, a la otra le sobre, ¿o tal vez no? ¿Quizá sean más felices las leonas cazando? ¿O puede que las humanas en el hogar? Nos puede parecer que los lobos han optado por el reparto más justo, pero quizá sus machos envidien la ociosidad del león o sus hembras la vida hogareña de la mujer.

Es posible, en fin, que todo esto no tenga ningún sentido.

23.3.11

Sobre el uso de las comillas

De un tiempo a esta parte he observado que las comillas se utilizan a menudo de forma incorrecta en blogs, redes sociales e incluso en prensa escrita. Por eso quiero hacer una breve aclaración sobre el uso de este signo ortográfico, por si a alguien le resulta útil.

Existen tres tipos de comillas: las latinas (« »), las inglesas (" "), y las simples (' '). En este caso vamos a hablar de las comillas inglesas que, todo hay que decirlo, son las que más utilizamos en castellano.

Existen dos formas de grafía para el uso de las comillas inglesas: la anglosajona y la castellana. En grafía anglosajona, las comillas de cierre se sitúan siempre después del signo de puntuación. Como en:

"Cállate o di algo mejor que el silencio."

Pitágoras.

Ahora vamos con la grafía castellana. Por nuestro método de escritura, las comillas de cierre se colocan siempre antes del signo de puntuación. Según el Diccionario Panhispánico de Dudas, las comillas "se escriben pegadas a la primera y la última palabra del período que enmarcan". Por ejemplo:

"No sabe hablar quien no sabe callar".

Pitágoras.

Es precisamente en este punto donde la mayor parte de la gente se equivoca. Y es que son muchos los que, escribiendo en castellano, utilizan la grafía inglesa y ponen las comillas de cierre después del punto. A la hora de escribir, hay que tener muy en cuenta en qué idioma lo estamos haciendo. Ambas grafías son correctas, pero no si se toma la correspondiente a otra lengua en lugar de la suya propia.

Es curioso que, estando esta información disponible en Wikipedia, sea precisamente Wikiquote, la colección de citas de la Fundación Wikimedia, uno de los sitios que más están difundiendo la grafía inglesa en la red. Y es que en Wikiquote la inmensa mayoría de las citas están entrecomilladas de forma incorrecta.

Por eso os pido que, si estáis enamorados de vuestro idioma, intentéis siempre escribir con la máxima precisión y perfección posible. Lo cual incluye, por supuesto, un manejo adecuado de signos ortográficos tan básicos pero tan importantes como las comillas.

21.2.11

La suerte es la excusa de los cobardes

En la época en que aún no había redes sociales e internet estaba dominado por Messenger y los foros, los nicks y las firmas eran el lugar para todo tipo de citas célebres y frases hechas que la gente llevaba como bandera - algo como ocurre con la bio en Twitter, este chat sobrealimentado -.

El otro día buscando información en Google me di de bruces con una de aquellas citas, que fue bastante popular hace tiempo: "la suerte es la excusa de los fracasados". Una frase que creo haberme encontrado también en la red del pajarillo que, aunque algunos dicen va a cambiar el mundo, la mayoría utilizan - utilizamos - del mismo modo que usábamos Windows Live: para decir chorradas.

Es una cita muy acorde con estos tiempos en que hay que ir no ya de triunfador sino de resuelto por la vida; de no tengo dudas, soy muy vital y molo mucho porque sigo la moda. Se supone que el que es un fracasado dirá que la mala suerte es responsable de sus derrotas para maquillar que, en realidad, el único culpable es él mismo. Muy filosofía Twitter mola todo.

Y el que es atacado sorpresivamente por un cáncer y se muere, ¿también utiliza la suerte como excusa? Y el que tiene la desgracia de cruzarse con un borracho en la carretera el domingo por la mañana y se estrella, ¿también pone excusas?

Con esto quiero reivindicar una idea que está muy olvidada, y es que no somos nada, no tenemos control apenas sobre nada. Por supuesto que podemos cambiar muchas cosas, pero no todas - la muerte, por ejemplo -. No somos dioses ni nada parecido por mucho que internet esté convenciendo a algunos de lo contrario.

Es lo que los antiguos llamaban "Temor de Dios", un concepto olvidado por los nuevos creyentes. Algo que te sirve seas religioso o no, una simple idea vital: la de que el hombre, con todas sus virtudes, está sin embargo sujeto a la suerte e indefenso frente a todo tipo de fuerzas que le superan. Y tenerlo siempre en cuenta es lo más prudente y lo más honesto.

2.2.11

La voz de los animales

El gato maúlla, el perro ladra, la oveja bala, el elefante barrita, el león ruge, la cigüeña crotora, la rana croa, el búho ulula, el cerdo gruñe, el pájaro pía, trina y gorjea, la abeja zumba, el burro rebuzna, el caballo relincha - y piafa -, la vaca muge - y remudia -, la serpiente sisea, el lobo aúlla, el pato parpa, el cuervo grazna, el gallo cacarea, la gallina cloquea, la perdiz cuchichía, el ciervo berrea y el hombre habla. ¿Hay más?

15.12.10

Podemos morir

Hace poco supe de una historia absolutamente espantosa. Una mujer que conozco perdió a su marido de la forma más escalofriante. Al parecer, el hombre pasó un fin de semana encontrándose algo mal; tenía malestar general y dolor de tripa, pero nada peor que cualquier constipado.

Al llegar el lunes fue al médico, para que le recetase algún fármaco, y a los tres días murió. El doctor, en el momento de la consulta, ya había advertido con gravedad que aquella dolencia tendría el peor desenlace.

No es difícil imaginar hasta qué punto debió quedar el matrimonio tan abatido como sorprendido y aterrorizado. Vas al médico tranquilamente pensando que tienes "malestar general" y vuelves a tu casa sabiendo que vas a morir.

No recuerdo qué me contaron que era, pero sí que no era cáncer. Era un tipo de fallo orgánico; algo dejó de funcionar en su cuerpo o quizá algún cable importante se rompió.

Hoy, no sé por qué, estaba reflexionando sobre el tema. Nadie pensaría que va a morir por un poco de mal cuerpo un fin de semana cualquiera. A este lado del mundo hemos creado un nivel tan elevado de bienestar, y disfrutamos - gracias a Dios - de unos avances sanitarios tan grandes que poco a poco vamos perdiendo conciencia de la posibilidad de la muerte.

Parece que hoy día sólo se aceptan como seguras tres posibilidades: accidente, vejez o cáncer. Se diría que, si no es esto o algo igual de terrible, nada puede matarnos. Para que me entendáis, ninguno pensamos que podamos morir "porque sí". Y sí podemos.
Hay gente que muere porque sí. Porque somos débiles, somos frágiles, somos carne y huesos y estamos sujetos a millones de tipos de enfermedades, plagas e infecciones que existen en el mundo, mil cosas que nos pueden matar.

Nuestro cuerpo no es un ordenador que podamos formatear ni un coche al que le vayan a cambiar las piezas. Es sangre latiendo y es tan vulnerable y tan etéreo como un copo de nieve en medio de una tormenta.

28.11.10

No es "cuanto menos"

No es "cuanto menos". Es "cuando menos". Es muy sencillo. Estamos utilizando un ejemplo temporal. "Cuando menos (bebí), tomé cuatro copas". El verdadero "cuanto menos" es diferente. "Cuanto menos te me acerques, mejor, capullo". Es fácil. Yo creo que se distinguen bien.

Realmente, no sé por qué lo digo. Hay muchísimos otros errores extendidos, y por alguna razón, este y no otro es el único que me molesta. Los demás me dan igual, pero esos "cuanto menos", no sé por qué, me enervan. Tal vez sea porque es una expresión que se suele usar a modo culto. Es como la gente que dice "en loor de multitudes" cuando la forma original es "en olor de multitudes". No sé, hay una especie de demonio en mi interior que dice: "si vas a hablar culto, habla culto".

Sé que no sirve de nada y seguramente a muchos de vosotros os molestará lo que acabo de decir. Pero me apetecía mencionarlo, simplemente.

27.11.10

Dios te oiga

En castellano existen muchas expresiones populares de invocación a Dios, que se utilizan para cosas diferentes y que las personas usan indistintamente, sean creyentes o no. La mayoría de ellas me encantan porque son muy sonoras.

Entre todas ellas hay una que hace tiempo me llama la atención: "Dios te oiga", usada cuando alguien transmite un buen deseo. Va a salir bien la operación. Dios te oiga.

Creo que es común a las tres grandes religiones abrahámicas - en todo caso, seguro al cristianismo - que Dios es omnipresente, omnipotente y omnisciente: esto es, ve, oye y sabe todo.

Desear que "Dios te oiga" es, a nivel puramente teológico, un absurdo, pues está claro que Él te va a oír perfectamente. Ni siquiera haría falta, ya que sabe todo sobre el pasado y el futuro, sobre lo que es y lo que no es, y por lo tanto conoce tu tu anhelo antes incluso de que lo pienses.

A este respecto, es evidente que resulta mucho más acorde a las creencias religiosas otra expresión: "Dios lo quiera". Pues dando por hecho que nos oye perfectamente, sólo cabe esperar que a Dios le apetezca ayudarnos.

Esta expresión de "Dios te oiga", en realidad, dice mucho sobre el pesimismo escrito con fuego en la naturaleza humana. Pues, a diferencia de los demás animales, el ser humano tiene ambiciones y deseos pero también sabe mucho sobre las posibilidades que le aguardan. Esto nos lleva a cultivar, en nuestro interior, el sentimiento irreprochable del fracaso, la idea segura de que todo saldrá mal, de que no hay solución.

De ahí el "Dios te oiga". Incluso para los más creyentes, no es del todo seguro que Dios nos esté escuchando, pues nuestro instinto nos dice que, tal y como todo parece indicar, más bien nos ignora.

4.11.10

La imaginación y las drogas

Cualquiera que haya leído La Historia Interminable, la obra capital de Michael Ende, sabe que es un prodigio de imaginación que lleva al límite la capacidad de la mente humana para crear mundos. Es un alarde inconcebible de fantasía; por muchas veces que la leo no soy capaz de vislumbrar cómo Ende pudo inventar algo tan denso, tan coherente y tan sumamente impredecible.

La Historia Interminable es muy famosa y de ella lo más famoso es lo que acabo de mencionar. Alguna vez, filosurfeando sobre el libro con amigos, alguien ha comentado: "el autor tenía que meterse algo seguro"; "comía setas"; "lo escribió bajo influencia de alucinógenos".

Quien diga eso no sabe lo que se dice. También se achaca a Lewis Carrol haberse drogado con láudano para crear el Mundo Subterráneo de Alicia en el País de las Maravillas.

No sé mucho de Carroll, pero sí he leído bastante de Ende. Es triste pensar que él tuviese que haber tomado setas o LSD para crear el mundo prodigioso de Fantasia.

La gente que opina así ignora el poder inconmesurable de la imaginación humana, que es más fuerte y avanzada de lo que ninguna droga pudiese llegar a ser jamás.

El psicotrópico está diseñado para estimular partes escondidas de nuestra mente y de nuestra conciencia, exactamente lo mismo que hace la imaginación. La diferencia es que la imaginación lo hace sin anular nuestro ser, sin manipular nuestro cerebro.

Cualquiera que utilice su imaginación para abrir las puertas de la percepción llegará más lejos, más profundo de lo que ninguna persona bajo la influencia de mescalina o cualquier otra sustancia podría intuir.

Utilizando la imaginación se alcanzan mundos insospechados, estados elevados de conciencia, regiones desconocidas de la mente humana.

Los alucinógenos encienden una chispa en tu cerebro y te enseñan un fugaz y frágil espectáculo de pirotecnia. Usar drogas es quedarte con lo que la droga te quiere enseñar.

Qué triste, comparado con el poder de la imaginación. Con la imaginación tú eres el dueño, tú estás ahí, en ese mundo, y no eres un espectador. La imaginación no es una película que tu cerebro, drogado, te quiere poner: usando la imaginación eres tú el que crea un universo entero, el universo que sale de ti. Justo lo que hizo Ende. Sin drogas, sólo con su imaginación, libre.

2.11.10

Echo de menos los 90

Echo de menos los 90. No sé cómo lo veréis vosotros, pero creo que el mundo era como un poco más inocente. Y es decir mucho, porque no hacía tanto que acababa de terminar la Guerra Fría con todo el miedo por los misiles atómicos, y aun antes había sido la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, y mucha gente lo recordaba. Pero así y todo, creo que el mundo era más inocente.

De alguna manera, lo era. Yo tengo la teoría personal - quizá equivocada - de que todo era más inocente porque la gran tecnología no había llegado a las masas. La gente no tenía más contacto con la electrónica que el televisor de su casa. Lo que mancilló al mundo, a partir del año 2000, fue la explosión de las comunicaciones, la proliferación de teléfonos móviles, ordenadores, conexión a internet.

Poco a poco la relación entre personas se hizo menos humana, más fría, porque cada vez más te acostumbrabas a no tratar con otra cara sino con una pantalla de ordenador o el teclado de un celular. Aquello fue, principalmente, el auge de Messenger. MSN fue un poco la ruptura, el corte, porque a la llegada de Tuenti y Facebook la sociedad ya era otra, ya había cambiado.

En los 90, España era como un pueblo grande, todos nos reuníamos en el mismo sitio - la tele - conocíamos nuestras costumbres, teníamos unas tradiciones, unos personajes populares. Era un poco como conocernos todos en el barrio. Llegaba la Navidad y sabíamos lo que había, luego en verano exactamente igual, y además las calles eran tranquilas, paseábamos por la noche.

Supongo que gran parte de esa pérdida de la inocencia vino con el crimen organizado, los asaltos a casas, asesinatos, violaciones, tráfico de drogas y tantas cosas que en este país, si las había, no lo sabíamos.

Otro gran golpe fue el 11S, y más concretamente - entre nosotros - el 11M (aunque los 90 ya estaban lejos para entonces). Pero cuando cayeron las Torres nos dimos cuenta de que el mundo había cambiado para siempre, de que se había terminado esa especie de teatro de terciopelo rojo que era el Imperio Americano (el mundo) que a nadie nos gustaba pero en cierto modo nos hacía sentir seguros, protegidos, porque alguien estaba arriba controlándolo todo y vigilando que nada se moviera de su sitio.

A partir de ahí comprendimos - algunos, otros no - que de alguna manera ya en el mundo no mandaba nadie, que cada cual haría lo que le diera la gana, y nada importaba ya. Podía pasar cualquier cosa, habría guerras, atentados, la gente se volvería loca de miedo. Fue cuando empezamos a saber que podían meterte un dedo por cualquier parte para asegurarte de que no llevabas una bomba encima. Eso le quita la fe a cualquiera.

En general, yo pienso en los 90 y pienso en un mundo pequeño, familiar. Pienso en tranquilidad, rutina cotidiana. Cada cosa en su sitio y no mayores problemas.

También es verdad que en los 90 yo era un crío y mi máxima preocupación era decidir si aquella tarde jugaría a la consola o me iría por ahí con la bici.

Ojalá no hubiesen terminado nunca, los 90.