Uno de los mitos eternos que siempre acompañará a los artistas es el de morir jóvenes, y más concretamente el del suicidio. Una vez leí una frase, no sé de quién era, que decía que un artista por definición es alguien descontento.
Y es verdad, la principal motivación para hacer cualquier cosa artística es luchar contra las frustraciones, cambiar algo que no te gusta, buscar eso que todos tenemos dentro y que algunos nos empeñamos inútilmente en encontrar. Siempre se dice, y es cierto, que las mejores novelas se han escrito como venganza.
Al mismo Kurt Cobain se le achaca haber dicho que sentía "como si la gente quisiera que me muriera para que así se cumpliera la clásica historia del rock". En el caso de los poetas románticos se consideraba casi un requisito y así lo cumplieron el inmortal Bécquer o el ensayista Larra.
Incluso una vez, rayándome con los amigos, alguien sugirió que la leyenda de Héroes del Silencio sería mucho más universal e imborrable si Bunbury hubiese muerto en el apogeo de su éxito. Una obsesión morbosa y casi religiosa de las masas para con sus ídolos.
Hay muchos motivos que llevan a esto. Le da a cualquier historia un tono mucho más épico y trágico. Se suele decir, también, que al suicidarse el artista congela su imagen en su mejor momento: nadie le ha visto convertirse en un viejo achacoso y barrigudo. Quedó joven y así se le recuerda eternamente.
El mito de un artista, sea músico, actor o escritor, se multiplica por mil si hay un suicidio de por medio. Un ejemplo está en David Foster Wallace, por ejemplo. Yo reconozco que nunca hubiese leído un libro suyo de no ser por su triste muerte, ya que, hasta que no empezaron a hablar de él en todos los diarios y televisiones, yo no sabía de su existencia. Y no le mencionaron nunca salvo cuando se suicidó.
A veces me imagino que los grandes artistas, cuando han tomado la decisión de suicidarse, piensan en cómo será su leyenda cuando ya no estén. En lo que dirán de ellos en todos los medios, libros que se escribirán y personas que les elevarán a los altares. Quizá más de uno muera dándole vueltas a eso.
Pero lo terrible de esto es que ellos nunca jamás se enterarán de nada. Kurt, por ejemplo, se ha convertido en una leyenda universal que soportará el paso de los siglos, pero él precisamente no tiene ni idea ya que en el momento en que el mito empezó a correr el tiempo se había apagado para él. Sencillamente no está y nadie puede contárselo, ni puede visitar su ficha en Wikipedia, ni leer nada de lo que dicen, escriben o componen sobre él.
En definitiva, una de las más viejas historias; perseguir la fama, no como popularidad de baratillo sino como concepto de eternidad que defendían los griegos y más tarde los hombres del Renacimiento e incluso nosotros mismos. Cambian los medios, de la tradición oral a la imprenta y de ahí a la televisión o internet pero el objetivo es el mismo: no morir nunca.
Pero la triste realidad es que todo eso se queda en el plano de lo metafísico. El plano físico, el único real, termina en el momento en que se apaga el cerebro y los artistas, por mucho que lleguen a la Fama - con mayúscula - se quedan en la tierra y no viven eternamente, sino que mueren y no pueden disfrutar de su propia eternidad.
Y es verdad, la principal motivación para hacer cualquier cosa artística es luchar contra las frustraciones, cambiar algo que no te gusta, buscar eso que todos tenemos dentro y que algunos nos empeñamos inútilmente en encontrar. Siempre se dice, y es cierto, que las mejores novelas se han escrito como venganza.
Al mismo Kurt Cobain se le achaca haber dicho que sentía "como si la gente quisiera que me muriera para que así se cumpliera la clásica historia del rock". En el caso de los poetas románticos se consideraba casi un requisito y así lo cumplieron el inmortal Bécquer o el ensayista Larra.
Incluso una vez, rayándome con los amigos, alguien sugirió que la leyenda de Héroes del Silencio sería mucho más universal e imborrable si Bunbury hubiese muerto en el apogeo de su éxito. Una obsesión morbosa y casi religiosa de las masas para con sus ídolos.
Hay muchos motivos que llevan a esto. Le da a cualquier historia un tono mucho más épico y trágico. Se suele decir, también, que al suicidarse el artista congela su imagen en su mejor momento: nadie le ha visto convertirse en un viejo achacoso y barrigudo. Quedó joven y así se le recuerda eternamente.
El mito de un artista, sea músico, actor o escritor, se multiplica por mil si hay un suicidio de por medio. Un ejemplo está en David Foster Wallace, por ejemplo. Yo reconozco que nunca hubiese leído un libro suyo de no ser por su triste muerte, ya que, hasta que no empezaron a hablar de él en todos los diarios y televisiones, yo no sabía de su existencia. Y no le mencionaron nunca salvo cuando se suicidó.
A veces me imagino que los grandes artistas, cuando han tomado la decisión de suicidarse, piensan en cómo será su leyenda cuando ya no estén. En lo que dirán de ellos en todos los medios, libros que se escribirán y personas que les elevarán a los altares. Quizá más de uno muera dándole vueltas a eso.
Pero lo terrible de esto es que ellos nunca jamás se enterarán de nada. Kurt, por ejemplo, se ha convertido en una leyenda universal que soportará el paso de los siglos, pero él precisamente no tiene ni idea ya que en el momento en que el mito empezó a correr el tiempo se había apagado para él. Sencillamente no está y nadie puede contárselo, ni puede visitar su ficha en Wikipedia, ni leer nada de lo que dicen, escriben o componen sobre él.
En definitiva, una de las más viejas historias; perseguir la fama, no como popularidad de baratillo sino como concepto de eternidad que defendían los griegos y más tarde los hombres del Renacimiento e incluso nosotros mismos. Cambian los medios, de la tradición oral a la imprenta y de ahí a la televisión o internet pero el objetivo es el mismo: no morir nunca.
Pero la triste realidad es que todo eso se queda en el plano de lo metafísico. El plano físico, el único real, termina en el momento en que se apaga el cerebro y los artistas, por mucho que lleguen a la Fama - con mayúscula - se quedan en la tierra y no viven eternamente, sino que mueren y no pueden disfrutar de su propia eternidad.
Creo que es algo que todos nos hemos planteado alguna vez: las consecuencias de tus actos o tu influencia cuando ya estés muerto. A veces me pregunto si, por ejemplo, realmente tiene importancia hacer algo horrible antes de morir (o suicidarse y dejar a alguien sin hermano, sin hijo o sin padre): sí, tal vez haces sufrir a los que se quedan, pero por otra parte tú no existes y no puedes tener cargo de conciencia, así que: ¿realmente importaría? Muchos dirán directamente que claro que importaría; pero, pensándolo detenidamente y viéndolo desde todas las perspectivas... tal vez la respuesta no sea tan obvia.
ResponderEliminarPues el caso de los artistas que se suicidan es el mismo: como tú dices, de nada sirve el suicidio para congelar una imagen en el momento en que se quiere ser recordado, sino tan sólo como una forma de evitar la decadencia.
Exacto, lo que mencionas sobre el sufrimiento que se pueda causar a los demás, sólo se puede valorar desde la moral, y si se tienen creencias religiosas. Porque a efectos prácticos, tú no te vas a enterar de nada, simplemente no eres, por lo tanto ni sabes que sufren, ni sabes quién son, ni sabes nada porque ya no tienes conciencia.
ResponderEliminarLo de los artistas creo que puede responder en cierta parte al deseo de fama (porque en el fondo todos creemos en cierto modo en la eternidad) pero sobre todo supongo que ocurre cuando alguien ha llegado a un punto en que vivir es peor que estar vivo.
Muy interesante artículo. Nunca he entendiod esa fascinaión por la muerte de un artista. Puede ser que este no sea el mejor pero muerto vale siempre el doble.
ResponderEliminar"Me gusto esta última frase no viven eternamente, sino que mueren y no pueden disfrutar de su propia eternidad". Es irinoco que muchos artistas alcanzen la fama sólo después de muertos y que en vida no hayan podido disfrutar de los placeres de su fama. Me acorde mucho de Edgar Alan Poe.
Saludos y me gusto mucho la entrada
O quizás tienen miedo al fracaso y prefieren "irse" cuando están en la cresta de la ola.
ResponderEliminarSon gente débil que no saben perder.
Un saludo
Hola Sofía, me alegro que te gustara la entrada. Esto es así con muchos artistas, de hecho es mítico el tipo de artista que muere pobre y miserable en una habitación pequeña, Van Gogh, Bram Stoker, Poe, Pessoa, en fin muchos que se morían de asco en vida y después de muertos se hicieron famosos.
ResponderEliminarEsa es también mi teoría en parte, Javier, aunque también creo que su vida debe ser una mierda en la mayoría de los casos.
Hombre, no creo que sean tan débiles muchos de los que han terminado así, que han sido de los mayores nombres de la humanidad. Habrá de todo.
Saludos.
Hay partes en las que podría estar contigo de acuerdo, no siempre uno se hace artista por los motivos que indicas, habrá quien lo haga para lidiar con esas frustraciones de las que hablas, habrá quién quiera reivindicar, pero también habrá quién lo haga ya no por encontrarse, sino porque se encontró y le sobra para dar, o simplemente que es demasiado creativo y lo quiera plasmar. Hay muchas razones que pueden a uno arrastrarlo a ser artista.
ResponderEliminarLos seres humanos, la sociedad de esta u aquella época, es la causante de mitificar, somos propensos a valorar cuando lo hemos perdido, no cuando lo tenemos, y es lo que creo que pasó con muchos artistas, ¿por qué no tienen el mismo valor antes que después? También los hay que disfrutan sus glorias en vida. ¿O será que en la sociedad cada vez más consumista todo tiene un precio, y una vez muerto ya no tienes derecho a ponerlo tú mismo?
El suicidio, los llamamos cobardes, ¿por qué? ¿Habrá peor batalla que la lucha contra uno mismo, contra la vida misma? No creo amigo mío, que en su debate con la vida entre el negociar con la fama. La eternidad ya sea en vida o en muerte, se paga.
Besos.
Bueno, es así como dices, hay artistas de todo tipo. El asunto es que yo me refería sólo a los poetas malditos (y quien dice poetas dice músicos, actores... etc.) los grandes artistas atormentados que, por un motivo o por otro, siempre serán los más legendarios (en mi opinión por lo morbosa que es la sociedad).
ResponderEliminarTodos estos actoruchos que salen diciendo "me encanta mi trabajo" en televisión serán olvidados, por algún motivo, los que han puesto algo doloroso y sobre todo los que han tenido una historia épica (y en la épica siempre está presente la muerte) son los más recordados. Salvo grandes excepciones.
Está claro que el suicidio no tiene nada de cobarde, no comparto eso en absoluto. El ser humano no teme a nada más que a la muerte (va en nuestros genes como animales que somos, el instinto de conservación) por lo tanto ¿no hay que echarle valor para lanzarse a eso, sin saber lo que hay al otro lado? De cobarde nada.
Besos.
Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver, que decían por ahí...
ResponderEliminarSupongo que todos en el fondo estamos tan "fascinados" por la muerte que tendemos a dar más importancia a quienes se mueren que a quienes siguen vivos... A veces es simplemente porque, como tú dices, hasta que alguien se muere no le conocías y te genera curiosidad por saber qué hacía, en otras ocasiones es simplemente que al morirse, precisamente por el morbo, se genera una moda y todo el mundo intenta ser el más "fan" del muerto...
En fin, el ser humano es ridículo... Besitos!!!
La muerte tiene algo épico y además congela algo en su mejor momento... Nadie ha visto a Kurt Cobain convertido en un viejo achacoso y lamentable como tantos otros... como a Keith Richards, por ejemplo...
ResponderEliminar¡besotes!