Poco después de que ella le dejara para siempre, él tomó la costumbre de ir diariamente a beber cerveza al bar que había justo debajo de su bloque. Se tomaba un botellín tras otro fumando mucho y sin hablar mucho con el camarero ni con nadie. Cuando tenía el cuerpo algo caliente y la cabeza tonta, subía de nuevo. Normalmente usaba las escaleras ya que el ascensor le mareaba, y porque de todos modos, su piso estaba en la última buhardilla y el elevador no llegaba hasta allí.
Una noche, cuando hacía un mes o dos que le había dejado, volvía como siempre de beber cerveza cuando se llevó un susto mayúsculo. En el descansillo frente a su puerta, en un viejo banco de madera que había adosado a la pared, estaba sentado un niño de unos diez años.
No le gustaba meterse en la vida de la gente, pero las horas le parecían extrañas para que un crío estuviese allí solo y el chiquillo no le sonaba del vecindario. Además, en aquel último pasillo sólo estaba su apartamento, ¿a quién buscaba allí, o a quién esperaba?
Con las llaves en el bolsillo, no muy seguro, le preguntó:
- ¿Qué haces aquí?
El crío, sonriéndole, empezó a hablar con toda normalidad:
- ¿Puedo preguntarte una cosa?
Él volvió a dudar un poco.
- ¿Preguntarme...?
- Dime, ¿puede un hombre vivir sin corazón?
Él se quedó callado, sin saber responder. El niño meneó la cabeza.
- Te lo plantearé de otro modo. ¿Crees que podría un hombre vivir sin riñones, pulmones, aire u oxígeno, sin sangre, o sin ningún otro órgano o elemento indispensable para la vida humana?
Él estaba como anonadado, y convencido de que la cerveza le había afectado de un modo extraño.
- No... - contestó sin embargo - Creo que no.
El niño se limitó a asentir con un movimiento de cabeza.
Fue entonces cuando él, frotándose los ojos, se acercó un paso al crío y le dijo:
- Mira... no son horas para que un niño esté aquí solo y haciendo estas preguntas tan raras. Voy a por el móvil y ahora mismo llamamos a tus padres...
Sin demasiada dificultad abrió la puerta y empezó a andar el largo pasillo, y cuando casi había llegado al celular, que dejó en una mesita antes de marcharse, oyó la voz del niño al otro lado de la puerta, gritando:
- Y dime, pues, ¿no te han destrozado el corazón? ¿Y qué haces que sigues vivo, que no caes muerto esta misma noche?
El joven, casi asustado, salió corriendo al casinillo y vio frente a él el viejo banco de madera verde, perfectamente desierto, y absolutamente nadie en el pasillo. Se quedó allí un rato como esperando que el crío volviera, incluso recorrió toda la escalera hasta el portal buscándolo.
Luego se fue a casa y se metió en su cama, helado de frío, y pensando en lo que le había pasado. Durante mucho rato creyó que lo había imaginado, que todo había sido un sueño o producto del alcohol. Estuvo tiempo discutiendo consigo mismo si la conversación había sido real. ¿Quién era ese crío?
Luego olvidó estas reflexiones y simplemente empezó a dar vueltas a lo que le había dicho. ¿Qué hacía que no se moría, si no se podía vivir sin corazón?
Por fin decidió dormirse, y lo consiguió fácilmente. Si despertó al día siguiente, es algo que prefiero que imagines.
Una noche, cuando hacía un mes o dos que le había dejado, volvía como siempre de beber cerveza cuando se llevó un susto mayúsculo. En el descansillo frente a su puerta, en un viejo banco de madera que había adosado a la pared, estaba sentado un niño de unos diez años.
No le gustaba meterse en la vida de la gente, pero las horas le parecían extrañas para que un crío estuviese allí solo y el chiquillo no le sonaba del vecindario. Además, en aquel último pasillo sólo estaba su apartamento, ¿a quién buscaba allí, o a quién esperaba?
Con las llaves en el bolsillo, no muy seguro, le preguntó:
- ¿Qué haces aquí?
El crío, sonriéndole, empezó a hablar con toda normalidad:
- ¿Puedo preguntarte una cosa?
Él volvió a dudar un poco.
- ¿Preguntarme...?
- Dime, ¿puede un hombre vivir sin corazón?
Él se quedó callado, sin saber responder. El niño meneó la cabeza.
- Te lo plantearé de otro modo. ¿Crees que podría un hombre vivir sin riñones, pulmones, aire u oxígeno, sin sangre, o sin ningún otro órgano o elemento indispensable para la vida humana?
Él estaba como anonadado, y convencido de que la cerveza le había afectado de un modo extraño.
- No... - contestó sin embargo - Creo que no.
El niño se limitó a asentir con un movimiento de cabeza.
Fue entonces cuando él, frotándose los ojos, se acercó un paso al crío y le dijo:
- Mira... no son horas para que un niño esté aquí solo y haciendo estas preguntas tan raras. Voy a por el móvil y ahora mismo llamamos a tus padres...
Sin demasiada dificultad abrió la puerta y empezó a andar el largo pasillo, y cuando casi había llegado al celular, que dejó en una mesita antes de marcharse, oyó la voz del niño al otro lado de la puerta, gritando:
- Y dime, pues, ¿no te han destrozado el corazón? ¿Y qué haces que sigues vivo, que no caes muerto esta misma noche?
El joven, casi asustado, salió corriendo al casinillo y vio frente a él el viejo banco de madera verde, perfectamente desierto, y absolutamente nadie en el pasillo. Se quedó allí un rato como esperando que el crío volviera, incluso recorrió toda la escalera hasta el portal buscándolo.
Luego se fue a casa y se metió en su cama, helado de frío, y pensando en lo que le había pasado. Durante mucho rato creyó que lo había imaginado, que todo había sido un sueño o producto del alcohol. Estuvo tiempo discutiendo consigo mismo si la conversación había sido real. ¿Quién era ese crío?
Luego olvidó estas reflexiones y simplemente empezó a dar vueltas a lo que le había dicho. ¿Qué hacía que no se moría, si no se podía vivir sin corazón?
Por fin decidió dormirse, y lo consiguió fácilmente. Si despertó al día siguiente, es algo que prefiero que imagines.
Yo prefiero imaginar que si despertó...porque si el corazón le duele significa que lo sigue teniendo.
ResponderEliminarPero ¿realmente le dolía?
ResponderEliminarDespertó, pero decidió guardar el corazón, lejos de cualquier pregunta, lejos de todo aquel que pudiera herirlo, para así poder seguir viviendo, que no vivo.
ResponderEliminarUn beso.
Me gusta la distinción entre vivir y estar vivo. Respirar no significa estar vivo necesariamente. Hay tanto cadáver andante en este mundo.
ResponderEliminarBesos.
Se puede morir en vida, fácilmente, y se pueden matar los sentimientos... Pero también se puede volver a vivir y volver a despertar a los sentimientos de su muerte... Imagino que aunque digamos que están muertos, realmente sólo están aletargados hasta que pase la tormenta...
ResponderEliminarComo contrapunto "gracioso" te dejo una historia de Anthony de Mello, a ver si te gusta XD: http://www.agendaproductiva.com.ve/?p=1974
La muerte es irreversible... cuando algo muere, no puede resucitar... a menos que creas en la otra vida, claro.
ResponderEliminarQué buena la historia de este tipo... me gusta :)